La Batalla de Ilerda, un enfrentamiento clave en la segunda guerra civil romana, se desarrolló a finales de junio del 49 a.C. en la actual Lérida. Julio César, enfrentando a los ejércitos pompeyanos en Hispania, maniobró hábilmente tanto militar como diplomáticamente. Construyó puentes sobre el río Sicoris para asegurar suministros y reforzó su posición mediante alianzas con tribus locales. A pesar de desafíos como tormentas y ríos crecidos que destruyeron sus puentes, César adaptó su estrategia, lo que finalmente llevó a la rendición de los generales Pompeyanos, Afranio y Petreyo. Esta victoria no solo consolidó el control de César sobre Hispania sino que también demostró su habilidad para combinar tácticas militares con negociaciones efectivas.
Julio César tenía planeado dejar nuevamente Roma el 18 de marzo del año 44 a.C. con el fin de dirigir la campaña contra los partos. La festividad de los Idus de marzo era el 15 de marzo, era justo antes de su partida y César quería participar en ella para recibir el clamor del pueblo romano. Una adivina le dijo a César que se cuidase de asistir a los actos relacionados con la festividad. César hizo caso omiso y decidió asistir a un pleno del senado que ese año se reunía en el Teatro de Pompeyo.