A finales de junio del año 49 a.C. tendría lugar una de las batallas más importantes de la segunda guerra civil romana. En el territorio anteriormente habitado por el pueblo íbero de los Ilergetes se enfrentaron los dos grandes ejércitos romanos enfrentados en la II guerra civil romana. Ilerda, actual Lérida, en la provincia de la Tarraconensis, fue testigo de una de las batallas más importantes ocurridas en Hispania entre los seguidores de Pompeyo y los Cesarianos, con Julio César a la cabeza.
El prestigio de Julio César estaba en constante crecimiento por su éxito en las empresas militares, entre las que destacaba la reciente conquista de la Galia.
Tras la retirada de Pompeyo a Grecia, Julio César debía decidir si perseguir a su enemigo dejando expuesta la retaguardia a un posible ataque de los Pompeyanos desde Hispania, o marchar hacia Hispania para acabar con ellos allí y evitar la reunificación de un gran ejercito Pompeyano en Grecia. Julio César optó por marchar hacia Hispania.
Hispania estaba dominada por tres ejércitos pompeyanos a las órdenes de los legados Lucio Afranio, en la Citerior con tres legiones; Marco Petreyo en la Ulterior, entre el paso Cástulo y el río Anas (Guadiana), con dos legiones; y Marco Terencio Varrón en las tierras de los vetones, cruzando el Anas, en la Lusitania, con dos legiones.
Su plan pasaba por la unión de fuerzas entre Afranio y Petreyo, mientras Varrón quedaba en retaguardia. El primero congregó a todos los auxiliares y jinetes que pudo en la Lusitania, mientras el segundo hizo lo mismo con celtíberos, cántabros y tribus costeras. Decidieron confluir en Ilerda, ciudad de ubicación estratégica, junto al rio Sicoris, actual Segre.
El ejército de Afranio y Petreyo sumaba 5 legiones, unos 30.000 legionarios, 80 cohortes de auxiliares, alrededor de 20.000 hombres,120 algunos de infantería pesada con scutum y otros ligeros con caetras, y 5.000 jinetes.
César contaba con seis legiones, 6.000 infantes auxiliares y 3.000 jinetes que habían servido con anterioridad en la Galia, al que sumaría un número similar procedente de la Galia más un ejército de 2.000 aquitanos. Lo que hacía un total de 36.000 legionarios, 14.000 infantes auxiliares y 6.000 jinetes.
Julio César envió a su legado, Cayo Fabio, al frente de tres legiones con la orden de ocupar los pasos pirenaicos del Collado de la Perche (en los pirineos franceses) y el Collado de Puigcerdá. Fabió expulsó a los hombres de Afranio del paso pirenaico y envió mensajeros a las tribus locales para ganarse su apoyo, lo que le permitió llegar a Ilerda sin complicaciones.
Al llegar a Ilerda, Fabio mandó construir dos puentes de madera sobre el río Sicoris (Segre), ya que los Pompeyanos controlaban el único puente de piedra. Estos dos puentes buscaban permitir el abastecimiento de víveres y la llegada de refuerzos.
El plan Pompeyano pasaba por entretener a Julio César en Ilerda hasta que Pompeyo reuniese un número considerable de efectivos en Oriente que le permitiese acabar con Julio César.
A finales de junio Julio César llegó a Ilerda con 900 jinetes para establecerse junto a los hombre de Fabio. Los dos ejércitos (Pompeyanos y Cesarianos) y la ciudad de Ilerda se situaban en el margen derecho del río por lo que el control del paso de un lado a otro era de vital importancia.
A los pocos días de la llegada de César una gran tormenta acabó con los puentes construidos por el ejercito Cesariano, lo que complicó los planes de César para acabar con resistencia. Julio César ordenó su reconstrucción, por su importancia en el abastecimiento de comida, y guarnecer el campamento de su ejercito junto al río. El resto del ejercito fue desplegado en tres líneas y marchó hacia Ilerda, llegando a un perfecto llano, ideal para una batalla a campo abierto. El objetivo de César era aislar al ejercito Pompeyano y dejarlo sin acceso al único puente (de piedra) que seguía en pie y sin acceso a la ciudad de Ilerda, cuyos habitantes, en ese momento, era fieles a Pompeyo.
El campamento Pompeyano esperaba en el cerro de Gardeny, una posición elevada que les daba superioridad en la batalla. Ante el avance enemigo decidió desplegar su ejercito frente al de César. César, haciendo gala de una de sus grandes habilidades, anticipó que sus enemigos no tomarían la iniciativa y ordenó a su tercera línea que en lugar de construir una empalizada, visible desde lejos, cavasen un foso de 4,5 metros de profundidad, lo que les permitió retirarse tras el mismo durante la noche.
Al día siguiente comenzaron las hostilidades entre ambos ejércitos, las dos primeras líneas del ejercito de Julio César se enfrentaron a las tropas Pompeyanas, mientras la tercera seguía con la construcción del foso y empalizadas.
Pero otro contratiempo sorprendió de nuevo a César, los ríos Segre y Cinca, debido al deshielo, crecieron de tal forma que volvieron a llevarse a por delante sus puentes dificultando la llegada de refuerzos y víveres. Debido a la fuerte corriente y a la espesa niebla de la zona, no pudo reconstruirlos. Lo que provocó que, en esta ocasión, fuese César quien estaba en desventaja, ya que sus enemigos controlaban la ciudad de Ilerda, el cerro de Gardeny y el Puig Bordell.
Ante esta delicada situación, César decidió marchar río arriba con sus tropas e intensificar las labores diplomáticas con las tribus locales que, en esos momentos, estaban del lado Pompeyano. Una vez ubicado en el nuevo campamento, César ordenó la construcción de pequeñas barcas que permitiesen el paso de sus hombres de un lado a otro del río. Igualmente, y para facilitar el paso de la caballería, ordenó la construcción de canales que desviasen el agua del río para facilitar el paso de la caballería.
Ante esta situación, y gracias al trabajo de diplomacia de Fabio y las noticias de victorias del ejercito Cesariano que llegaban desde Masalia (Marsella), la gran mayoría de las tribus locales decidieron cambiar de bando y unirse al ejercito de Julio César que, una vez más, había conseguido revertir una situación que parecía abocada a la derrota.
Todo esto le permitió reforzar su ejercito frente a las murallas de Ilerda y avanzar hacia el enemigo hasta prácticamente rodearlo. Ante el temor del avance de las tropas Cesarianas, los generales Pompeyanos, Afranio y Petreyo, ordenaron a sus tropas replegarse hacia tierras más septentrionales y partir hacia la actual Mequinenza. Pero sin víveres y en inferioridad numérica la gran mayoría de sus hombres decidieron rendirse.
César, lejos de ensañarse, exigió a los rendidos que abandonasen Hispania siendo escoltados por cuatro legiones hasta el río Varum, cerca de la actual Niza.
La victoria en Ilerda permitió a César la conquista del resto de Hispania, y la clemencia mostrada con sus enemigos evidenció que para César era más correcto servirse de la diplomacia que dejarse llevar por la ira.
Tras esta batalla se popularizó la expresión "Ilerdam videas" como una suerte de maldición, debido a las complicadas situaciones meteorológicas a las que se enfrentaron los combatientes en las batalla de Ilerda.
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La diosa Niké, hija del Titán Palas y de Estigia, y hermana de Zelo, Cratos y Bía, que junto a Niké, estaban sentadas junto a Zeus en el monte Olimpo. Niké y sus hermanos adquirieron estos puestos honorables debido a su ayuda prestada a Zeus durante la guerra contra los titanes, Zeus convocó a todos los dioses del Olimpo para determinar sus alianzas y declaró que cualquier dios que se aliara con él y contra Cronos recibiría su honor y su favor. De todos los dioses, Estigia y sus hijos fueron los primeros en declarar su lealtad a Zeus. Mientras que Estigia se ganó «el gran juramento de los dioses», a sus hijos se les permitió vivir junto a él eternamente. Como resultado, Niké a menudo es representada en la literatura junto a Zeus, en una posición honorable a su lado.
Niké era la personificación de la victoria, y su figura presidía las competiciones atléticas y las disputas militares.
La batalla de Maratón tuvo lugar en el año 490 a.C. en los campos en la playa de la ciudad de Maratón, cerca de Atenas. Enfrentó al rey persa Darío I, que deseaba la conquista de Atenas, y a los atenienses y sus aliados platenses.
Tras cinco días de batalla en la playa de Maratón las falanges atenienses y platenses acabaron con la infantería persa, que huyó con un gran número de bajas en sus filas.
Para informar de la victoria, el soldado Filípides recorrió los 42 Km. que separaban Maratón de Atenas. Al llegar a Atenas, gritó "¡Niké!", victoria, y cayó desplomado. Desde las olimpiadas de Atenas del año 1896, y en honor a esta gesta, la maratón es una de las principales pruebas de los Juegos Olímpicos.
La diosa Niké era una figura muy popular del arte griego antiguo. Hesíodo la describía como "Niké de hermosos tobillos". Se la representa con alas y con una corona de laurel ante ella. La Niké mas antigua que se conserva data del año 550 a.C.
Uno de los epítetos más comunes de la diosa Atenea era Atenea Niké, cuyo templo destaca en la Acrópolis de Atenas. Conocidas son las representaciones de Niké como la Victoria de Samotracia, expuesta en el Museo del Louvre, así como la pequeña estatua en la mano de Zeus de Olimpia o el Puteal de la Moncloa, donde aparece coronando a Atenea tras nacer de la cabeza de Zeus.
Desde los Juegos Olímpicos de 1928 en el anverso de las medallas olímpicas aparece la figura de Niké con una corona de laurel.
]]>Esta gran popularidad hizo que el Senado romano lo nombrase Optimus Princeps, que podría traducirse como el "mejor príncipe" o el "mejor gobernante", que le acercaba al dios supremo de la mitología romana, Júpiter Optimo Máximo. La figura de Trajano ha sido, y sigue siendo, muy admirada y estudiada por distintas personalidades:
Plinio el joven, conocido abogado, científico, escritor y contemporáneo de Trajano, en su obra Panegyricus Traiani, presenta a Trajano como el líder perfecto ensalzando su benevolencia pero también su implacabilidad. Este panegírico ha resultado muy útil a los historiadores para estudiar las políticas que desarrolló Trajano durante su reinado.
La admiración por Trajano perduró en el tiempo hasta bien entrado el Renacimiento. Para un teólogo como Tomás de Aquino, Trajano fue un pagano virtuoso.
Dante, en su obra más conocida, también hizo mención a Trajano, situando su espíritu compartiendo el cielo de Júpiter con otros grandes personajes históricos y mitológicos considerados hombres justos.
Trajano también aparece junto con los llamados "cinco emperadores buenos", junto a Nerva, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Esta expresión se encuentra en la obra póstuma de Maquiavelo "Discursos sobre la primera década de Tito Livio", obra publicada en 1531.
El historiador británico, Edward Gibbon, define en su libro Historia de la decadencia y caída del Imperio romano el reinado de Trajano como la época más feliz de la historia de la humanidad.
Trajano fue una de los emperadores más exitosos y respetados en la historia de Roma, admirado por su habilidad para gobernar el Imperio y su contribución a la expansión y consolidación del mismo, basado en:
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Como vimos en la entrada anterior del blog, Trajano llegó hasta el Golfo Pérsico en el año 117 conquistando Partia y estableciendo reinos vasallos en la zona.
Mientas Trajano observaba el Golfo Pérsico recibió la noticia de una nueva insurrección judía. En Chipre, Egipto y Cirenaica (la actual Libia) los judíos se habían revelado, alentados por agentes partos y dirigidos por líderes mesiánicos locales. El rey Lukuas masacró a 200.000 griegos y romanos, destruyendo de paso los templos e instituciones civiles paganas.
Trajano ordenó a Luiso Quieto, su fiel general, sofocar esta nueva crisis mientras él marchaba hacia la fortaleza de Hatra, al norte de la actual Irak.
Hatra estaba rodeada de una doble muralla de 6 kilómetros de perímetro. Trajano dirigió personalmente el asedio y estuvo a punto de morir por las flechas enemigas que acabaron con varios miembros de su escolta. El ataque contra los muros de la ciudad se desarrolló bajo condiciones extremas, con altas temperaturas y con falta de agua y provisiones.
Trajano decidió levantar el asedio y volver a Roma. Ante el debilitamiento de su salud, Trajano quiso nombrar un sucesor. Todo apuntaba que sería su gran general, Luiso Quieto, de origen bereber y de vital importancia en las grandes conquistas de Trajano pero era necesario convencer al Senado de idoneidad.
Trajano partió de Seleucia en barco a Siria, y a finales de julio se embarcó con su mujer, Plotina, para Roma, dejando a Adriano en Antioquía a cargo de Siria. Estaban bordeando la costa turca, pero a los pocos días de viaje su salud se deterioró rápidamente. Fue llevado a tierra en Cilicia, a su llegada, el emperador no se sostenía en pie, pero tras unos días de descanso se sintió mejor y recuperó el ánimo, preludio de una recaída que resultaría definitiva.
Junto a él se encontraba su mujer, Pompeya Plotina. El matrimonio no había tenido descendencia y durante su agonía fue ella la única que permaneció a su lado, a excepción de la visita de Adriano, su sobrino segundo. Adriano era el protegido de Plotina y después de aquella visita, la última que recibió en vida, Trajano decidió adoptar a Adriano cambiando la decisión sobre su sucesor, decantándose por Adriano en lugar de Luiso Quieto.
Trajano murió en la ciudad de Selinus, en la actual Turquía, el 9 de agosto de 117 y la ciudad pasó a llamarse Traianópolis por orden de Adriano. En medio de un clima de tensión política, parece probado que Adriano falsificó el documento de adopción antes de presentarlo al Senado de Roma. La maniobra no silenció a los más críticos, por lo que Adriano fue un paso más allá y ordenó ejecutar a los líderes de la oposición, entre ellos Luiso Quieto. Con la eliminación física de sus rivales, Adriano pudo gobernar sobre el próspero y pacífico Imperio que Trajano le había legado.
Las cenizas de Trajano, guardadas en una urna de oro, viajaron hasta Roma acompañadas por Plotina. Fueron depositadas bajo la Columna de Trajano que conmemoraba sus victorias en Dacia. De esta forma, el que sería para muchos el mejor emperador, volvió a su amada Roma. Sus restos desaparecieron durante las invasiones bárbaras pero el esplendor de su reinado brilló hasta tal punto que a los emperadores que le sucedieron se les deseaba fortuna con la frase "sis felicior Augusto, melior Traiano" que podría traducirse "que seas más feliz que Augusto, mejor aún que Trajano"
Trajano había conseguido aumentar la extensión del imperio hasta su límite máximo y había hecho crecer el imperio de 5 millones de kilómetros cuadrados a 6 millones.
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Después de derrotar a Decébalo en la Dacia, Trajano fijó su objetivo en la lejana Partia, una zona estratégica entre las rutas comerciales que unían Oriente y Occidente.
El Imperio parto se extendía desde el norte del río Éufrates, en lo que es ahora el centro de Turquía hasta el este de Irán, siendo un centro comercial de vital importancia entre el Imperio romano y la dinastía Han de China.
Años atrás, los partos ya habían dado buena cuenta de su potencia militar acabando con Craso, del primer triunvirato, que intentó buscar la gloria militar con su conquista y encontró la muerte. Desde aquel momento, el pueblo parto no descuidó su organización militar en previsión de un posible interés romano en su conquista.
Trajano había avanzado las fronteras del Imperio romano hasta Armenia, la cual convirtió en una provincia romana. De esta forma disponía de bases militares muy cercanas a Partia. En el año 114, Trajano se puso al frente de once legiones romanas y decidió cruzar el río Éufrates y adentrarse en Capadocia, donde reunió a todo su ejercito.
Durante su estancia en Capadocia, Trajano recibió la visita de distintos líderes y príncipes locales que buscaban el favor romano para no ser aniquilados. En el año 115 Trajano se dirigió hacia la cordillera de los montes Tauro, al sur de la actual Turquía, para ir abriéndose paso entre los ríos Tigris y Éufrates y avanzar hacia Partia, dejando guarniciones romanas para proteger la retaguardia.
A pesar de la minuciosa planificación llevada a cabo por Trajano, en el año 115 tuvo que alterar su planes debido a la revuelta judía que afectó al control romano en Chipre, Cirenaica, Egipto, Palestina y Mesopotamia. El ejército romano aplastó la insurrección sin piedad y de una una forma muy rápida, lo que agravó la situación del pueblo Hebreo.
Con la situación controlada en la retaguardia, Trajano aceleró sus planes en Mesopotamia y se dirigió a Nisibis, actual Nusaybin, en el sur de Turquía, una ciudad amurallada que era muy importante en la ruta comercial de la zona. Por aquel entonces estaba bajo el control del reino de Adiabene, un reino judío y vasallo de los partos. La ciudad fue conquistada fácilmente por Trajano y sus soldados, desde donde partieron hacia Edesa, actual Sanliurfa en la región turca de Anatolia. En Edesa no encontraron oposición y sus líderes agasajaron al emperador y al ejército romano.
Con la llegada del frío, Trajano se retiró a Antioquía con la intención de que sus tropas descansasen y cogieran fuerzas para la invasión de Partia. Pero el 13 de diciembre del año 115 un gran terremoto sacudió Antioquía, se estima que con una magnitud extrema (XI) en la escala de Mercalli. Antioquía quedó devastada muriendo alrededor de 260.000 personas y sufriendo multitud de daños materiales. El maremoto provocado acabó con gran parte del puerto Cesarea Marítima, colonia romana bautizada así en honor de César Augusto y en la que habitó Poncio Pilatos.
Trajano, junto a Adriano, fue sorprendido allí y, aunque sufrieron heridas, pudieron salvar la vida. Por contra un gran número de soldados romanos murieron o quedaron incapacitados para el combate. Por esta razón, el campamento romano fue establecido en las afueras de la ciudad, en el hipódromo, y al aire libre.
En la primavera del año 116 las tropas romanas estaban listas para la invasión de Partia. Los rumores sobre el ataque alertaron a los reinos vasallos de los partos (Osroene, Edesa, Anthemusia y Singara) que mandaron emisarios para intentar evitar que Trajano atacase Partia. Trajano los despidió a todos y organizó pequeños reinos en la nueva provincia romana de Mesopotamia y convirtió a Nísibis en la capital de todos ellos.
Aprovechando la guerra civil en Partia entre Osroes y Vologases III, Trajano decidió lanzar el ataque y tomar la capital de Partia, Ctesifonte (actual Salman Pak en Irak).
El ejercito romano avanzó en dos columnas: la primera bajo el mando directo de Trajano siguiendo el curso del Éufrates; la segunda que partió de Nísibis dirigida por el general Lusio Quieto, mano derecha de Trajano, marchó paralela al río Tigris. La intención de Trajano era que ambas convergiesen en forma de tenaza sobre la capital, Ctesifonte.
La columna de Trajano avanzó sin oposición hasta Dura Europos, cerca de la actual Salhiyah, en Siria, donde fue erigido un arco de triunfo en su honor. Después continuó río abajo hasta Seleucia, en la actual Irak.
La columna dirigida por Lusio Quieto se se dirigió a Cizre, en la actual frontera entre Turquía y Siria, donde los partos habían concentrado un ejército arqueros. Lusio Quieto dividió el ejército en tres partes, una al norte y otra al sur sobre barcas para tratar de cruzar el río, la del centro construiría un puente de barcazas. Mientras los barcos cargados con arqueros y honderos hacían de pantalla, el del sur descendió por el Tigris con parte de sus tropas embarcadas, y consiguió coger por sorpresa a los partos, que se retiraron sin luchar. Al llegar a Adenystrae (actual Irbil), había una fuerte guarnición parta, Luiso Quieto envió a un centurión llamado Sentio a la población para ofrecerles una rendición ventajosa pero el comandante de la guarnición, Mebarsapes, le arrestó y le metió en prisión. Allí convenció a otros presos para que le ayudasen y consiguió escapar, matando a Mebarsapes y abriendo las puertas de la ciudad, para continuar sin oposición hasta Ctesifonte.
Al llegar a Ctesifonte, Trajano ordenó asediar la capital, la cuál resistió muy pocos días, capturando el famoso trono de oro de Osroes y a su propia hija.
50 barcos romanos, con Trajano al frente, se dirigieron a la desembocadura del Tigris y tomó Mesene, cerca de la actual Basora en Irak, reino vasallo de los partos. Trajano lamentó su edad ya que de haber sido más joven hubiese intentado conquistar la India emular a Alejandro Magno. Tuvo que conformarse con ser el primer y único emperador romano en ver las aguas del Golfo Pérsico.
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]]>Al año siguiente, año 102, Decébalo planeó cruzar el Danubio helado y penetrar en Mesia, al sur de la Dacia, para obligar a Trajano a detener su ofensiva. Pero al cruzar el río helado la capa de hielo se resquebrajó y muchos de sus hombres murieron ahogados o por el frío.
A pesar de esto Decébalo recompuso el ejercito para lanzarse de nuevo sobre Trajano. El encuentro entre estos dos grandes militares tuvo lugar en la confluencia de los ríos Yantra y Rositsa, en la actual Bulgaria. Era de noche y ambos ejércitos sufrieron muchas bajas y, a pesar de no conseguir la victoria, Trajano se adjudicó la victoria y lo celebró fundando la ciudad de Nicópolis de Istro.
Decébalo preparó una estrategia que le sirviese para derrotar definitivamente al ejército de Trajano y junto con sus aliados sármatas lanzó un ataque decisivo contra los romanos en la ciudad de Adamclisi, en la actual Rumanía. El ejército de Decébalo llevó el peso del ataque mientras los sármatas dispusieron en la retaguardia un gran círculo formado con sus carros. Los legionarios romanos resistieron el embiste de Decébalo y les hicieron retroceder junto a los carros sármatas, donde todos fueron masacrados.
Esta terrible derrota hizo que Decébalo pidiese la paz pero Trajano, inicialmente, se negó. Después de varios intentos de la diplomacia dacia, Trajano recibió a sus emisarios exigiéndoles la rendición incondicional algo que ya sabía que Decébalo no aceptaría. Ante esta situación volvieron las hostilidades entre ambos bandos. Trajano lanzó sus ejércitos sobre Sarmirzegetusa y fue conquistando todas y cada una de las fortalezas dacias que encontraban a su paso. El ejercito dacio se encontraba desmoralizado y sin comida pero, aún en esta situación, Decébalo lanzó un último intento que no sirvió de nada ante el poder del ejercito romano. Finalmente, Decébalo se rindió a Trajano y aceptó las condiciones impuestas por el emperador.
Los dacios entregaron todo el botín de guerra y se convirtieron en un pueblo vasallo de Roma. Trajano fue recibido con honores en Roma, recuperó los estandartes arrebatados años atrás a los pretorianos y obligó a los dacios a pagar un tributo en oro a Roma.
En Sarmizegetusa quedó acuartelada una legión romana al mando de Cneo Pompeyo Longino, amigo personal de Trajano.
Pero este enfrentamiento estaba lejos de terminar. En cuanto el grueso del ejército romano abandonó la Dacia, Decébalo rearmó a sus hombres, selló alianzas con tribus cercanas y reconstruyó fortalezas derruidas por los romanos.
En el año 105 Decébalo, y ante la creciente tensión en la zona, invitó a Longino para tratar de tranquilizar los ánimos, pero el plan de Decébalo no era realmente ese. Decébalo arrestó a Longino y le interrogó intentando conocer los planes de Trajano pero Longino se negó a responder. Decébalo propuso a Trajano intercambiar a su amigo Longino por los territorios conquistados y una cantidad de dinero equivalente al coste de la guerra hasta aquel momento. la ambigua respuesta de Trajano hizo pensar a Decébalo que el Emperador no aceptaría sus condiciones. Sin embargo, Longino decidió suicidarse tomando veneno y de esta forma dejar a Trajano el camino libre para acabar con Decébalo.
Años atrás, Apollodoro de Damasco, había recibido el encargo de Trajano de construir un puente que cruzase el Danubio, para asegurarse que en caso de que se congelase sus tropas pudiesen cruzarlo sin la necesidad de usar barcazas. Las obras se iniciaron en el año 103 y terminaron tan solo dos años después. Con una longitud de 1135 metros de largo y 19 metros de altura sobre el nivel del Danubio, a ambos lados del puente había dos campos fortificados. Sus veinte arcos de madera de 52 metros de envergadura cada uno eran sostenidos sobre pilares de 45×20 metros, hechos de mortero, cemento y ladrillo.
Con esta faraónica obra de su lado, en el año 106, Trajano decidió cruzar el río para aplastar la resistencia dacia. Las legiones romanas no mostraron piedad con su enemigo, destruyendo poblaciones enteras, decapitando prisioneros o dejándoles morir de hambre y sed atados por parejas. Las noticias sobre la crueldad romana hicieron que muchas poblaciones se rindiesen a su paso y que muchos de sus aliados abandonasen a Decébalo.
A principios del verano del año 106, las tropas romanas llegaron a las puertas de Sarmizegetusa y comenzó el asedio a la gran fortaleza dacia. Las máquinas de guerra romanas empezaron a bombardear sobre las posiciones dacias provocando grandes destrozos pero, aún así, el ejercito dacio fue capaz de repeler el primer intento de asalto romano. Ante esta situación, Trajano ordenó destruir las canalizaciones de agua de la ciudad. Rodeados y sedientos, Decébalo ordenó abandonar la ciudad a sus hombres antes de que está ardiese por orden del líder dacio.
Trajano entró Sarmizegetusa victorioso y ordenó la destrucción de sus muros, pero aún no había conseguido atrapar a su gran enemigo, Decébalo. Uno de los hombres de Decébalo guio a los romanos hasta el lugar donde se escondían los tesoros dacios. Mientras tanto, patrullas romanas buscaban a Decébalo por los bosques cercanos, siendo Tiberio Claudio Máximo, un explorador de 40 años nacido en Macedonia, quien lo encontró. Viéndose rodeado y protegido únicamente por un puñado de fieles, Decébalo se cortó su propia garganta con su espada antes de ser alcanzado por los soldados romanos. Tras esto, Tiberio Claudio Máximo cortó la cabeza y la mano derecha de Decébalo llevando ambas ante Trajano, quien los mostró a sus ejércitos. Complacido, Trajano nombró a Tiberio Claudio Máximo, decurio de sus ejércitos.
A pesar de la muerte de su líder, muchas tribus dacias se resistieron a la ocupación romana siendo aniquiladas por los legionarios romanos quienes reprimieron sin piedad cualquier atisbo de rebelión.
Las ingentes ganancias conseguidas en Dacia sirvieron para que Trajano financiase su plan de obras públicas para el Imperio.
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Gracias a las virtudes militares de Trajano el Imperio Romano alcanzó su máxima extensión territorial de la historia durante su mandato.
La Dacia comprendía un extenso territorio que comprendía la actual Rumanía, Moldavia y partes de Bulgaria, Serbia, Hungría y Ucrania. Entre el Danubio, el Mar Negro y el río Tisza, con los Cárpatos dividiendo Dacia de norte a sur.
Sus habilidades bélicas eran conocidas en Roma y sus aliados. Durante un tiempo el pueblo dacio se dividió en diferentes reinos lo que favoreció su debilitamiento y el avance romano en algunas zonas.
En el año 85 irrumpió un cacique local llamado Decébalo que unió a todos los reinos de la Dacia contra el Imperio Romano, acabando con todos y cada uno de los generales romanos que eran enviados a someter al pueblo Dacio. Estas victorias le proporcionaron a Decéablo gran cantidad de prisioneros romanos, que fueron utilizados como esclavos, armas y, lo que era más doloroso para el pueblo romano, las enseñas de la Guardia Pretoriana.
Ante esta situación, Domiciano firmó un tratado con Decébalo por el cual el Imperio pagaría un tributo a cambio de garantizar la paz y la línea fronteriza con Roma. Pero ante la pasividad de Roma, Decébalo aprovechó este periodo para rearmar a su ejercito, construir nuevas fortalezas y atacar a los pueblos aliados de Roma con la ayuda de desertores romanos.
La humillación sufrida en la Dacia era algo que el pueblo romano no había superado y Trajano no iba a seguir consintiendo esta situación y decidió dejar de pagar el tributo. Ante esta situación, Decébalo envió un embajador a Roma para tratar la cuestión. Trajano le trasladó que Roma no pagaría más el tributo buscando, de esta forma, una reacción violenta por parte de Decébalo y poder justificar ante el Senado la guerra contra los Dacios.
En el año 101 Trajano recibió el consentimiento por parte del Senado para conquistar la Dacia. Para lograr su objetivo Trajano reunió un gran ejercito de 14 legiones y más de 150.000 hombres, del que estaría al frente el propio Trajano.
De esta forma, Trajano, partió hacia la Dacia el 25 de marzo del año 101. Junto a él marcharon un gran número de senadores y generales, la gran mayoría de origen hispano, entre ellos estaba Adriano, su sucesor. Trajano ordenó a las legiones presentes en la zona que se situasen en la frontera que marcaba el Danubio y dividió sus legiones en dos columnas para facilitar el aprovisionamiento. Ordenó construir dos puentes para que el ejercito pudiese cruzar el río Danubio.
Los informadores dacios reportaron a su líder de la llegada de un gran ejercito romano, Decébalo optó por no enfrentarse al ejercito romano a campo abierto donde estaba en inferioridad táctica. Los hombres de Decébalo practicaron una estrategia de tierra quemada y, de esta forma, dificultar el asentamiento de las tropas romanas por no disponer del fruto de la tierra.
Las dos columnas de Trajano se encontraron en la ciudad de Berzovis (actual Berzovia en Rumanía), para desde allí dirigirse a Sarmigezegetusa, capital del reino dacio.
Sarmizegetusa era el el más importante centro militar, religioso y político de los dacios. Erigida en lo más alto de un despeñadero de 1200 metros de altura, la fortaleza fue el núcleo del sistema estratégico de defensa del reino dacio. Este sistema estratégico fue levantado durante los siglos I a.C. y I d.C. para protegerse de los ataque romanos. En la actualidad es considerado patrimonio de la humanidad por la Unesco.
La fortaleza era un cuadrilátero formado por enormes bloques de piedra y fue construida en un área de 30.000 metros cuadrados distribuidos en cinco terrazas.
La población de Sarmizegetusa disponía de suministro de agua distribuida por un complejo sistema de cañerías. Se trataba de una sociedad con un alto nivel de vida.
Trajano se dirigió a Tapae, donde Decébalo estaba atrincherado esperando sorprenderle. Trajano dividió a sus legiones en dos grupos; el primero avanzó en vanguardia y se internó en los tupidos bosques situados a ambos lados y de esta forma expulsar a la infantería y caballería dacia que allí se encontraba escondida; el segundo, con Trajano al frente, atacó el corazón del ejercito dacio con los pretorianos como apoyo. La caballería auxiliar y 50 cohortes se dedicaron a dispersar a los que estaban escondidos, mientras el resto del ejercito avanzó en cuña hacia la filas dacias.
Mientras la caballería romana hacía el trabajo sucio, las legiones esperaron en pie el embiste de los hombres de Decébalo. Durante la batalla una fuerte tormenta comenzó a empapar a los soldados y a convertir el terreno en un cenagal que complicaba la movilidad de los ejércitos. Viendo que su trampa no había funcionado, Decébalo ordenó la retirada de sus hombres evitando una derrota que hubiese sido definitiva.
Trajano y sus legiones avanzaron hacia Sarmizegetusa pero el frio invierno dacio les obligo a detenerse hasta la llegada del buen tiempo.
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Con las riquezas obtenidas en las conquistas militares, Trajano inició un ambicioso plan de construcción de infraestructuras y monumentos que acreditarían la grandeza de Roma e inscribirían su nombre en los anales de la historia.
Uno de los objetivos más importantes de Trajano fue el plan urbanístico de la capital, del centro del poder, Roma.
Trajano llegó por primera vez a Roma, una ciudad que no era la suya y que no conocía, año y medio después de haber sido nombrado emperador, en octubre del año 99. Durante sus primeros meses en Roma ideó un plan urbanístico que resultaría colosal para la capital del Imperio Romano.
La actividad constructora de Domiciano hacía tremendamente complicado cualquier posibilidad de proyecto ambicioso en Roma. Trajano buscaba una solución sin compromisos, cuyas consecuencias urbanísticas no fueran comparables con nada ocurrido con anterioridad, buscaba una reestructuración que nadie se había atrevido a acometer antes.
Trajano construyó unas termas de dimensiones considerables en la Domus Aurea de Nerón. Las obras empezaron en el año 104 o 105 y fueron inauguradas en el 22 de junio de 109. El arquitecto fue Apollodoro de Damasco, una persona que será muy relevante en la vida de Trajano. Se trataba de unas termas con unas dimensiones jamás vistas con anterioridad, 330 por 315 metros, las primeras termas completas del tipo llamado "termas grandes" en Roma. Con una disposición simétrica de los distintos compartimentos; caldario, tepidario, frigidario, piscina...).
En Roma construyó el foro que lleva su nombre, el más grande la ciudad. Se construyó entre los años 107 y 112 y el arquitecto al mando también fue Apollodoro de Damasco. Para su construcción tuvieron que eliminar los laterales del Quirinal y de la Colina Capitolina, que cerraban el valle ocupado por los foros imperiales hasta el Campo de Marte.
Otra de sus grandes construcciones fue el Mercado de Trajano, también a cargo de Apollodoro de Damasco, que fue concebido como un gran área comercial de planta semicircular. El mercado de Trajano está considerado como el primer centro comercial cubierto de la historia.
Trajano también se encargo de la reconstrucción del Templo de Venus Genetrix, levantado por Julio César, completado por Augusto y destruido por un incendio en el año 80.
En la localidad de Beneventum, actual Beneveto, podemos encontrar un impresionante arco triunfal de Trajano. Se inauguró con ocasión de la apertura de la Vía Trajana, una variante de la Vía Apia que servía para acortar el tiempo de desplazamiento entre Benevetum y Brundisium (Brindisi).
Fuera de la ciudad de Roma también extendió la arquitectura romana. Amplió el trazado de la red viaria para comunicar Roma con cualquier rincón del Imperio, se fundaron nuevas ciudades, como la Colonia Ulpia Traiana, actual Xanten, en Germania.
En Hispania también dejó un gran legado arquitectónico. En la localidad Cacereña de Alcántara, aún hoy, se puede observar la gran belleza de su puente construido por Trajano. El acueducto de Segovia fue terminado durante el mandato de Trajano, la Vía de la Plata que comunicaba Emerita Augusta (Mérida) y Asturica Augusta (Astorga) también fue uno de sus legados arquitectónicos .
Todas estas infraestructuras sirvieron para mejorar la vida del pueblo y facilitar las comunicaciones. La política de Trajano fue descentralizadora lo que permitió que importantes ciudades alcanzaran el estatus de autonomía y se les traspasaran competencias.
Trajano selló alianzas con caciques y tribus locales para que quedarán ligados a Roma, a los que se les concedió la ciudadanía romana.
Con Trajano también se alcanzó la máxima expansión del Imperio Romano, pero eso lo veremos en próximas entradas de este blog.
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]]>En el año 96, Trajano fue nombrado por Nerva gobernador de la Germania Superior. Nerva observó en él cualidades que le hacían el candidato ideal para sucederle. Su experiencia política y el prestigio que tenía entre el ejercito romano, hacía ser a Trajano la persona ideal para suceder a Nerva al frente del Imperio Romano.
Las continuas revueltas militares a lo largo y ancho del imperio romano, hacían que la posibilidad de una guerra civil estuviese muy presente en la mente de Nerva. Ante esta situación, Nerva decidió que fuese Trajano quien lo sucediese al frente del imperio romano y, de esta forma, acabar con el riesgo de guerra civil por el respeto que infundía entre los militares.
Nerva no tenía descendencia por lo que tomó a Trajano como hijo adoptivo. Iniciando la tradición que mantendrían los tres emperadores siguientes, Trajano, Adriano y Antonino Pio. Legando de esta forma el poder al hombre que consideraban mas adecuado para asumir esa responsabilidad.
En el año 97 Trajano se encontraba en Mogontiacum, actual Maguncia, cuando supo que Nerva le había escogido para sucederle. La noticia se la dio otro futuro emperador, Publio Elio Adriano natural de Itálica como Trajano y sobrino segundo de este. Trajano contaba con 8 legiones desplegadas en la Germania Superior lo que hacía indiscutible su poder y autoridad militar.
Es muy probable que Trajano no hubiese conocido personalmente a Nerva, pero no dudó de su cometido en ningún momento, y cuando el 28 de enero del año 98 Nerva falleció de muerte natural sin llevar ni siquiera dos años al frente del Imperio Romano, Trajano, con 44 años, asumió el poder convirtiéndose en el primer emperador de Roma nacido en Hispania.
Nadie se atrevió a poner en duda el nombramiento de Trajano como emperador. Trajano se mostró como un gobernante firme y justo desde el primer momento, velaba por por su pueblo y respetaba las instituciones y las tradiciones romanas, intentando alejar su imagen de la del predecesor de Nerva, Domiciano.
La estabilidad del Imperio se asentaba sobre tres pilares; el Senado, el pueblo y la lealtad de las legiones. Las primeras decisiones de Trajano fueron encaminadas a fortalecer estos pilares. Por esta razón revocó muchas de las leyes de Domiciano y decretó la amnistía para todos los opositores políticos que habían sido exiliados o estaban en la cárcel.
Empezó a escuchar y a tener muy en cuenta la opinión del Senado, haciéndoles creer que mantenían su independencia a pesar de seguir siendo él, como emperador, quien tomaba las decisiones. Se hizo rodear por un grupo de 27 senadores de origen hispano nombrados por él.
Creó una red clientelar con diferentes sectores de la sociedad romana, desde la plebe hasta las clases mas adineradas y cultas pasando por el ejercito. Se mostró receptivo ante los deseos del pueblo, estando las puertas de su residencia siempre abiertas para recibir en persona a todos los que iban en busca de consejo o justicia.
Trajano fomentó comedores para paliar el hambre infantil de los huérfanos, así como la concesión de créditos a pequeños agricultores a bajo interés para que no estuviesen sometidos al expolio de los usureros. Ordenó que se cultivasen las tierras, hasta entonces baldías, para garantizar el suministro de alimentos. Hizo reformas jurídicas para proteger los derechos de los ciudadanos, como la limitación de prisión preventiva o la prohibición de las denuncias anónimas.
En cuanto a los esclavos, les reconoció el derecho a solicitar la libertad y favoreció la manumisión, el acto por el cual el amo renunciaba al derecho de acción, señorío y propiedad, para traspasarlo a favor del esclavo.
Trajano también ordenó que no se persiguiera a los cristianos por su credo y permitió que pudieran practicar su culto, con la condición de que lo hiciesen en la intimidad.
Todas estas medidas no significó que permitiese los desafíos a su autoridad. Trajano reprimió a sangre y fuego todo tipo de revueltas judías en las provincias orientales del Imperio. En Chipre aplastó a los judíos que se habían levantado contra Roma.
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]]>Desde muy temprana edad, Trajano, demostró tener ser un joven inteligente, muy decidido y valiente, con aptitudes para la milicia y la política.
Como vimos en la anterior entrada de este blog, su padre se ganó el favor de Vespasiano por sus grandes éxitos militares conteniendo al pueblo parto en Siria, lo cual fue clave para Trajano como veremos a continuación.
La primera guerra judeo-romana tuvo lugar entre los años 66-73 d.C. y fue ocasionada por las tensiones religiosas entre griegos y judíos. Fue durante esta guerra cuando Trajano empezó a demostrar sus cualidades.
Trajano el Mayor, el padre de Trajano, comandó la Legio X Fretensis que durante el invierno del 67-68 alojó al mismísimo Vespasiano antes de su ascenso como emperador de Roma.
La X Fretensis tuvo un gran éxito militar de la mano de Trajano el Mayor, aplastando la rebelión de Judea en el año 70. En aquel año, y junto otras legiones romanas, comenzó el asedio a Jerusalén. Durante el asedio, la X ganó fama por el uso de sus máquinas de guerra, eran capaces de lanzar proyectiles de un talento (25 Kg) a una distancia de dos estadios (400 metros). El asedio duró alrededor de 6 meses, tras los cuales la ciudad fue tomada y destruida en su gran mayoría.
Trajano el Mayor fue nombrado gobernador de Siria por Vespasiano, fue allí donde Trajano se puso al frente, por primera vez, de una legión con sólo 24 años. Su prestigio militar no dejaba de crecer sirviendo al ejercito romano en distintos lugares del Imperio, Hispania, Siria, Germania...
Al inicio del reinado de Domiciano fue investido pretor, la tercera magistratura más importante del Imperio después de la de censor y cónsul, puesto que ocupó entre el año 83 y el año 85.
Su formación militar se completó en Mogontiacum (actual Maguncia) donde combatió contra los catos, aguerrido pueblo germánico que participó en la debacle militar sufrida por las legiones en la batalla del bosque de Teutoburgo.
Tres años después, Lucio Antonio Saturnino, gobernador de la Germania Superior, lideró una sublevación contra el emperador Domiciano. Para sofocar la sublevación, Trajano se puso al frente de la Legio VII Gemina, creada por Galba en Clunia (Burgos), procedente de Hispania. Gracias a su trabajo al frente, la revuelta fue controlada y en el año 91, Domiciano recompensó su lealtad con el consulado. Los enemigos políticos de Domiciano amenazaban su poder, lo que provocó que Domiciano aumentase la represión contra la oposición. Ante esta situación sus opositores empezaron a planear cómo eliminarle. En medio de este clima de inestabilidad, Domiciano fue asesinado el 18 de septiembre del año 96, curiosamente el mismo día que Trajano cumplía 43 años.
Para suceder a Domiciano el Senado eligió a Marco Coceyo Nerva, un anciano senador con una dilatada carrera política. Pensaron que por su moderación y edad sería un emperador fácilmente manipulable, pero Nerva mostró un tremendo sentido de Estado, lo que le generó las antipatías del ejército romano, que había mostrado su apoyo por Domiciano. Ante su delicada posición Nerva, sin descendencia, debía encontrar rápidamente un sucesor que estuviese a su altura...y este sucesor sería Trajano.
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]]>Marco Ulpio Trajano (Marcus Ulpius Trajanus) nació el 18 de septiembre del año 53 en Itálica, la primera ciudad romana fundada en Hispania, la actual Santiponce, en la provincia de la Bética.
La provincia romana de Bética se extendía por el sur de la península y abarcaba alrededor del 75% de la actual Andalucía y una parte de Extremadura. Tomó su nombre del río Betis, actual Guadalquivir, y su capital era Corduba (Córdoba). Estaba dividida en 4 conventus iuridici:
La Bética tuvo una grandísima importancia en el Imperio Romano tanto nivel económico como cultural. En términos económicos aportaba a Roma gran cantidad de minerales (oro, plata, cobre y plomo) y productos agrícolas (cereales, aceite y vino).
La Bética fue fundada por otro gran protagonista de este blog, Augusto. Quien en el año 27 a.C. reorganizó la península en tres provincias; la Tarraconensis, la Lusitania y la Bética.
Itálica fue la primera ciudad fundada por el Imperio Romano en la península Ibérica, Hispania.
Durante la segunda guerra púnica, en el año 206 a.C., Publio Cornelio Escipión, el Africano, asentó a licenciados del ejercito y a heridos en la batalla de Ilipa (Alcalá del Río) contra los cartaginenses "en una ciudad que llamó Itálica, tomando el nombre de Italia".
Trajano creció en el seno de la gens Ulpia. Destacada familia de origen turdetano tempranamente romanizada. Su familia estaba vinculada políticamente a la gens Aelia, uno de los linajes de origen plebeyo más antiguos de Roma.
Su padre, del mismo nombre pero llamado Trajano el Mayor, procedía del orden ecuestre y las primeras referencias sobre él se encuentran en las guerras judaicas (67-69 a.C.) comandando la legión X Fretensis como general de confianza de Vespasiano y Tito. Vespasiano le hace inmediatamente cónsul y acto seguido patricio, siendo el primero de su familia en conseguirlo. Posteriormente alcanzaría el proconsulado de Asia.
Sobre la madre de Trajano se sabe practicamente nada, parece ser que pudo pertenecer a la gens Marcia, debido a que su hija mayor se llamó Ulpia Marciana.
La única y muy amada hermana de Trajano se llamaba Ulpia Marciana. Se casó con un cofrade arval de Vicetia (Vicenza), Cayo Salonio Matidio Patruino, y tuvieron una sola hija, sobrina de Trajano, Matidia la Mayor.
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]]>Cuando César arribó a las costas egipcias observó con gratitud que, su principal enemigo, Pompeyo, había sido asesinado. Pero no tardó en verse envuelto en una lucha por el poder entre el rey Ptolomeo XIII y su hermana Cleopatra. César cayó enamorado ciegamente por Cleopatra y se enfrentó a Ptolomeo XIII, derrotándole y nombrando sucesores a su amante, Cleopatra y a su hermano, Ptolomeo XIV.
Esta relación escandalizó a Roma, pero no tanto por su relación afectuosa sino por la querencia de César por el poder monárquico que vio en Egipto.
En el año 47 a.C., César volvió a emprender viaje con destino al Asia Menor para sofocar la revuelta que había surgido en el Ponto que lideraba Farnaces II, hijo de Mitrídates.
La campaña en tierras pontas duró poco, sólo 5 días, en lo que se conoce como la batalla de Zela. Farnaces ocupó las colinas de Zela, actual Zile en Turquía. Las tropas de César estaban a 8 Km. En la noche del 31 de julio Farnaces, despreciando a las tropa romanas, formó su ejercito ya que la gran mayoría del ejercito romano estaba construyendo las fortificaciones. Farnaces ordenó a sus tropas bajar de sus altas posiciones en la colina pensando en una fácil victoria.
César ordenó a todos sus legionarios tomar las armas y abandonar los trabajos que estaban realizando. La VI legión aguantó su posición en el flanco derecho lo que permitió dispersar el flanco izquierdo y el frontal huyendo con grandes perdidas. La mayoría del ejercito de Farnaces murió en la batalla, huyendo con él sus soldados más cercanos. El ejercito de César asaltó el campamento de Farnaces, y César ordenó repartir el botín entre sus hombres y la vuelta de la VI legión a la Península Itálica.
Tras esta fácil victoria César pronunció la celebre frase "Vini, vidi, vici".
Hasta el año 46 a.C. no fue posible derrotar completamente a los seguidores de Pompeyo en el norte de África. Ese mismo año Sexto, el único hijo de Pompeyo que había sobrevivido, logró algunos apoyos en Hispania lo que le permitió atacar las legiones de César.
César seguía sin flaquear en el terreno bélico pero en el político empezaba a tener problemas. En ese mismo año, y durante una estancia en Roma, César volvió a coquetear con la dictadura, aceptando primero la magistratura por espacio de 2 años y abrazándola después a perpetuidad. Esa autocrática forma de concebir el poder hacía que la clase dirigente en Roma dejase de apoyarle poco a poco.
En agosto del año 45 a.C., tras acabar con los seguidores de Pompeyo, César regresaba finalmente a Roma. El senado le concedió honores divinos y se cambio el nombre del mes anteriormente conocido por Quintilis, por el de Julio en su honor.
César rechazó el titulo de rex, pero salvo por el nombre gobernaba ya como el rey de Roma.
Julio César tenía planeado dejar nuevamente Roma el 18 de marzo del año 44 a.C. con el fin de dirigir la campaña contra los partos. La festividad de los Idus de marzo era el 15 de marzo, era justo antes de su partida y César quería participar en ella para recibir el clamor del pueblo romano. Una adivina le dijo a César que se cuidase de asistir a los actos relacionados con la festividad. César hizo caso omiso y decidió asistir a un pleno del senado que ese año se reunía en el Teatro de Pompeyo. Frente al pórtico del templo un grupo de hombres liderado por Cayo Casio, Marco Junio Bruto, Décimo Junio se aproximó a César con la intención de presentarle una petición. Tras rodearle, desenfundaron sus dagas y le cosieron a puñaladas, Tilio Cimbro y Servilio Casca fueron los primeros en golpearle. Más de 60 senadores estaban implicados en la conjura contra César, muchos de ellos vivos gracias a la magnanimidad de César en el pasado perdonándoles la vida.
Los confabulados se mostraban convencidos de que en realidad había sido el mismo César quien había firmado su propia sentencia de muerte al pisotear las sacrosantas tradiciones del estado.
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]]>En el verano del 50 a.C., Julio César había conseguido someter toda la Galia bajo el poder de sus ejércitos. Lleno de fuerza por sus éxitos militares decidió volver a Roma imponiendo sus condiciones. Concretamente, exigió optar las funciones consulares mientras permanecía en la Galia, lo cual le enfrentó directamente con el senado. Se trataba de un asunto especialmente difícil de asumir por el senado, ya que el derecho romano, para evitar cualquier tipo de rebrote de una dictadura similar a la de Sila, dictaba que los comandantes del ejército renunciaran a la capitanía de sus legiones antes de entrar en Roma. César era consciente de que si aceptaba esta norma y se despojaba de su capacidad militar, sus enemigos le procesarían inmediatamente, acusándole de abusos de poder durante su primer consulado. Todo esto siendo, también, muy consciente de que ganaría las elecciones por regresar con la aureola de héroe. Pero sabía que si se celebraba un juicio sería el fin de su candidatura.
César plantó cara a sus oponentes en la misma Roma promoviendo la invasión de Italia. El 11 de enero del año 49 a.C. cruzó el río Rubicón, que era la frontera natural de la provincia de la Galia Cisalpina y los territorios italianos de Roma. Según los cronistas de la época, pronunció la célebre frase "Iacta Alea est" (la suerte está echada). Ante el avance de las tropas de César, Pompeyo optó por la retirada, replegándose hasta Brundisium, actual Brindisi, en el talón de la bota de la península itálica. El plan de Pompeyo era embarcar rumbo a Grecia con más de 20.000 hombres para sumarlos a los ejércitos que estaba congregando en las provincias orientales. Sin embargo, la autoridad de Pompeyo entre sus tropas estaba en entredicho, y uno de sus subordinados, haciendo caso omiso a los mensajes de su comandante en jefe quedó aislado en Corfidium, en el centro de Italia, viéndose obligado a rendir a sus 10.000 hombres antes César.
Esto resultó ser decisivo en el devenir de los acontecimientos. Al deponer las armas los miembros de la guarnición del Corfinium, donde había muchos integrantes de la oposición política de César, César puso a los soldados a su servicio y dejó libre al resto. Este gesto de clemencia, nunca visto anteriormente en las guerras civiles romanas, tuvo un efecto demoledor para que el pueblo se inclinará por apoyar a César. La contienda se prolongó hasta agosto del 48 a.C., cuando el ejecito de Pompeyo salió derrotado en la batalla de Farsalia, en el norte de Grecia.
Ninguno de los líderes tenía la más mínima duda de que, pese a la inferioridad numérica, la infantería de César arrollaría a los inexpertos soldados de a pie de Pompeyo. Pompeyo pensó que desplegando su infantería, más numerosa que la de César, por su flanco izquierdo le permitiría neutralizar las milicias montadas por César para después atacar por la retaguardia al resto del ejecito enemigo. Pero, tal y como vimos en la anterior entrada del blog, una de las habilidades de César era la anticipación a los movimientos de sus oponentes, y sabía que esta era la única opción de Pompeyo para ganar la batalla. César renunció a formar tres líneas de su infantería, como era habitual, adoptando una estructura de cuatro filas y utilizando esa cuarta línea como ariete para arremeter frontalmente contra la caballería de Pompeyo en cuanto esta lograra derrotar, como preveía, a la su propia caballería. Al ver Pompeyo que su caballería huía comprendió que la derrota era inevitable y abandonó el campo de batalla mientras las tropas de César remataban al ejercito de Pompeyo y provocaban la huida de sus efectivos. Pompeyo dejó tras de sí más de 6.000 cadáveres y más de 24.000 prisioneros. Una vez más, el punto fuerte de César fue analizar la batalla desde la óptica de su enemigo y adelantarse a sus movimientos.
Poco antes de esto, y previendo que entraría en guerra con Pompeyo, César había estado preparando el frente político, al cual dedicaría el resto de su vida. A César le preocupaba poder dominar todas las estructuras del estado y poder erigirse como el dictador de Roma. Puesto que ocupó en el año 49 a.C. durante un breve periodo de tiempo y que volvería a ocupar por un periodo más largo tras la batalla de Farsalia.
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]]>César demostró ser perfectamente capaz de desarrollar en el campo de batalla las mismas habilidades que le habían permitido alcanzar el éxito en la política. César tenía una ilimitada capacidad para planificar movimientos anticipándose a sus enemigos, una impresionante capacidad de reacción ante los problemas y, sobre todo, una gran confianza en sus aptitudes personales.
César planificaba minuciosamente el suministro logístico de sus ejércitos, tenía muy claro que las guerras no se ganan en tanto en el campo de batalla como en la mesa de negociaciones y demostraba una gran habilidad para analizar los más mínimos movimientos de su enemigo dispuesto a reaccionar ante todos ellos.
Era conocido por no usar nunca dos veces la misma estrategia en un combate y ponía especial atención a ganarse la mente y el corazón de todos aquellos que entendían que el mejor modo de promover sus propios intereses pasaba por brindarle su apoyo.
Pero en su hoja de servicios no todo eran éxitos. En el invierno del 54 a.C. al 53 a.C., durante las guerras en la Galia, repartió a sus legiones en distintos campamentos con el fin de evitar que un único asentamiento galo se viera obligado a soportar la carga de las decenas de miles de legionarios romanos acantonados en su territorio, lo cual haría que se agotasen todos los recursos de la región. Pensaba que haciendo esa concesión sería suficiente para que ninguna tribu gala organizase una revuelta contra él. Fue una terrible asunción por parte de César, ya que los bárbaros aniquilaron un contingente de más de 8.000 hombres al engañar al comandante al frente de uno de los campamentos convenciéndole de que podía abandonar el fuerte. César no contempló ni remotamente esta posibilidad, y no disponía de ningún plan de contingencia para estos casos. En el año 52 a.C. volvió a sufrir una importante derrota a manos de otra tribu gala, derrota que atribuyó al pánico de sus tropas. César dedicaba mucho tiempo a intentar transmitir a sus subordinados los planes tácticos y estratégicos que concebía, pero en ocasiones esperaba mucho más de lo que les había transmitido.
Mientras tanto, Craso, carcomido por la envidia que le hacían sentir los éxitos de César y Pompeyo, organizó una invasión del imperio Parto contraria a la ley. El reino Parto estaba integrado por los actuales territorios de Irán, Irak y parte de Turquía, y era la única potencia que aún seguía resistiendo más allá de los limites de Roma. Como era de esperar, Craso sufrió una aplastante derrota. Craso marchó con 35.000 hombres hacia la ciudad de Carras (actual Harrán en Turquía). Las crónicas de la época afirman que murieron unos 20 000 soldados romanos, entre ellos el propio Craso, y otros 10 000 fueron hechos prisioneros y esclavizados. Esta estrepitosa derrota del miembro más rico del Triunvirato dio origen a la expresión Crassus Errare, que a día de hoy seguimos utilizando "craso error".
Pese a que la muerte de Craso eliminaba un rival en la competencia entre César y Pompeyo no fue una buena noticia, ya que eliminaba al principal mediador entre ambos. A pesar de que años atrás la muerte de Julia, hija de César y esposa de Pompeyo, ya había asestado un duro golpe a la relación entre ambos, la muerte de Craso fue un golpe casi definitivo a la relación entre César y Pompeyo. En el año 52 a.C., cada vez más preocupado por el ascenso de César, Pompeyo cortó todos los lazos que aún mantenía con César y empezó a prepararse para la eventual guerra entre ambos.
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]]>En aquella época, muchos veían la posibilidad de gobernar una provincia como una oportunidad de resarcir la deudas que habían contraído para hacer valer su candidatura, y César no era una excepción. De acuerdo con el derecho romano, cualquier hombre que se presentase a unas elecciones tenía la potestad para ofrecer donativos, en metálico, a los miembros de su tribu. Estos gestos garantizaban a quien los hacía la aclamación del pueblo de Roma. Por el contrario, el exceso de lujos privados no estaba nada bien visto entre la sociedad romana. Por esta razón, César quiso dejar claro que las colosales sumas de dinero que había pedido prestado se debían más a lo aportado para el beneficio del ciudadano que para sus propios placeres personales.
A Julio César le gustaba cuidar su imagen, vestía ropa de moda e intentaba ocultar su incipiente calvicie peinándose cuidadosamente. Otro de los aspectos interesante de Julio César era que se trataba de una persona completamente abstemia y poco dada a las grandes comilonas. Esa meditada mesura contrastaba con el despilfarro del régimen anterior. Los personas cercanas a Sila habían seguido el ejemplo de su anterior general construyéndose grandes villas y disfrutando de disparados banquetes.
César trataba con extrema benevolencia a sus esclavos y era muy popular entre sus gladiadores, principalmente por no hacerles luchar a muerte, como era habitual en esa época.
El punto débil de Julio César eran los asuntos de alcoba y, era precisamente ahí donde le atacaban sus enemigos. Sus enemigos afirmaban tener pruebas de su relación con Nicomedes IV de Bitinia en el año 80 a.C., en la época en la que ocupaba el cargo de embajador ante la corte del rey. En aquella época estaba mal visto adoptar un rol pasivo en las relaciones sexuales entre hombres y por esta razón le acusaban de "no ser un verdadero hombre". En los mentideros de Roma corrían un rumor sobre él que decía que era "marido de todas las mujeres y esposo de todos lo hombres". Este rumor enfurecía a César sin embargo, no pudo hacer nada por contenerlo y hasta sus propios soldados, que sentían verdadera admiración por él, le llamaban "Reina de Bitina".
En el año 67 a.C., Julio César había contraído matrimonio por segunda vez. Su esposa era una de las mujeres más bellas de Roma, Pompeya, hija de Quinto Pompeyo Rufo y nieta de Sila. Este matrimonio le garantizaba tener buenas relaciones con la parte más conservadora del Senado romano. Pompeya era muy bella y no le faltaban pretendientes a los cuales no siempre rechazaba. Aurelia, la madre de Julio César, descubrió la relación matrimonial que mantenía con el joven Publio Clodio Pulcher. A comienzos del año 61 a.C., durante la festividad de la Bona Dea, diosa de la virginidad y la fertilidad femenina, fueron descubiertos. En esta celebración no estaba permitida la presencia de hombres y en la celebración en casa de Pompeya, Clodio fue descubierto aun estando disfrazado de mujer. No recibió ninguna condena por parte de César pero no podía permitir tener una esposa infiel, con lo que su familia consiguió que se divorciará de Pompeya, quedando libre para contraer un nuevo matrimonio.
César se las ingenió para capear sus problemas económicos y las difamaciones de sus adversarios. El año que pasó como gobernador en Hispania le permitieron reunir una suma importante de dinero para sufragar todas sus deudas y presentarse como candidato al consulado en el año 59 a.C. Ganó con facilidad aquel plebiscito y empezó a consolidar su posición.
César empezó a tramar su plan para tejer una alianza ventajosa para él. Primero casó a su única hija, Júlia, con Pompeyo y después para acercarse políticamente tanto a Pompeyo como a Craso. Explotando su posición de cónsul, que le permitía proponer leyes al pueblo sin necesidad de contar con la aprobación previa del senado. Prometió promulgar leyes que ayudasen tanto a Pompeyo como a Craso a saldar sus deudas que tenían con el estado en aquellos momentos a cambió de de que ellos respaldasen un edicto que pusiera en manos de César la provincia que él mismo eligiese. Esto creó un gran revuelo en el senado romano, hasta el punto que alguien acabó volcando el contenido de un orinal sobre un amigo cónsul de César. Finalmente este movimiento resultó exitoso para Pompeyo y Craso y, César no contento con hacerse con el control de una provincia se aseguró la primacía en tres.
En los inicios del año 58 a.C., César dejó Roma para gobernar las provincias de la Galia transalpina (sur de de la actual Francia), la Galia cisalpina (norte de Italia) y el Ilírico (la actual Croacia).
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Había participado en el asedio a Mitilene (Lesbos), ciudad aliada de Mitrídates VI, evitando el avance de este en el Mediterráneo oriental. Se le envío a la corte de Nicomedes IV, rey de Bitinia, reino aliado de Roma situado en la zona norte de la actual Turquía, con el propósito de reforzar los lazos diplomáticos y militares con el imperio romano. La amistad entre ambos suscitó rumores y burlas que sirvieron para poner entredicho la orientación sexual de César.
Tras demostrar sus habilidades militares, César regresó a Roma y empezó a ganar seguidores entre quienes se oponían a la clase política dirigente. Vestía ropa elegante y moderna, lo cual le hizo ganarse reputación de mujeriego.
Recién llegado a la capital comprobó como Sila, antes de su muerte, se había ocupado de forjar unos sólidos cimientos a favor de los optimates y de los valores tradicionales de República. Durante los años 77 a.C. y 76 a.C. denunció los abusos de los hombres del régimen Silano, lo cual le reportó las simpatías de gran parte de la sociedad romana e incrementó su reputación como orador. De manera paralela, la muerte de Sila había favorecido distintas revueltas civiles como las guerras sertorianas, que ya vimos en otra entrada de este blog sobre la batalla de Azaila, en las que se enfrentaron los seguidores de Pompeyo y Sertorio.
En el año 75 a.C., César marchó a la escuela del maestro Molón de Rodas. Durante el viaje, los piratas Cílicos secuestraron a César en la isla egea de Farmacusa. Lejos de amedrentarse, César les dijo con arrogancia que pagaría el rescate él mismo y que después los crucificaría. César pasó el cautiverio con un médico y un par de esclavos, actuando como si fuera el amo de los secuestradores. Tras pagar los 50 talentos, unos 1.350 kilos de plata, los piratas le pusieron en libertad. Seguidamente marchó a Mileto, antigua ciudad griega, reclutó hombres y fletó barcos con el fin de acabar con sus secuestradores, objetivo que consiguió. Los crucificó y recuperó la suma que se había pagado por su liberación.
En el año 72 a.C. consiguió su primer éxito electoral, fue elegido tribuno militar, lo que supuso su integración en la oficialidad de las legiones y se convirtió en el referente político de las causas populares. Apoyó las propuestas populares que buscaban la restauración de la potestad de los tribunos de la plebe y el retorno de los exiliados de los conflictos civiles de tiempos del régimen de Sila.
En el año 69 a.C. fallecieron su tía Julia y su esposa Cornelia, César pronunció en el Foro de la ciudad de Roma los elogios fúnebres, los cuales no eran habituales para mujeres fallecidas. Este discurso le sirvió para reivindicar la figura de Mario, cuya imagen hizo desfilar en el cortejo fúnebre. Hizo una alabanza a los Julios, cuyo linaje remontó hasta los reyes romanos y a la diosa Venus. Sus palabras fueron muy bien recibidas por el pueblo romano.
Tras ser elegido edil curul en el 65 a.C., mandó restaurar los trofeos que Mario había logrado con sus victorias sobre los germanos y que habían sido destruidos por Sila. César quería asegurarse de que se le asociase con el mito que había ido tejiéndose en torno al personaje de Mario.
En el 63 a.C., César fue elegido pretor, y tres años más tarde y a la muerte de Quinto Cecilio Metelo Pío, César presentó su candidatura para ocupar el cargo de pontifex maximus, un cargo de sumo prestigio y con un carácter más político que religioso. Su misión principal era la de vigilar la labor de otros grupos de sacerdotes. El cargo llevaba asociados varios privilegios, siendo el más sobresaliente de todos el de ocupar la Regia, la sede del colegio de pontífices, en el centro del foro romano. Residir en ese edificio situaba a César en el eje de la vida política de la urbe. Sin embargo, las dos campañas electorales que había debido sufragar le habían dejado fuertemente endeudado, pero eso lo veremos en la próxima entrada del blog.
Recuerda que en nuestra tienda puedes adquirir un majestuoso busto de Julio César.
]]>Como vimos en la entrada anterior del blog el padre de Julio César, Cayo Julio César, murió en el año 85 a.C., pocas semanas después de alcanzar la pretura.
Al morir su padre, Julio César quedaba desligado de toda tutela paternal y, bajo la influencia de su madre y de su tío, decidió romper los lazos matrimoniales que le unían con su prometida Cosucia, hija de un adinerado romano de origen plebeyo. De esta forma quedaba libre para contraer matrimonio con Cornelia, hija de Lucio Cornelio Cinna, en el año 84 a.C. Sólo un año después, el matrimonio alumbró a la única hija legítima de Julio César, Julia. También tendría un importante efecto en el posicionamiento político de Julio César, a partir de ese momento ya no sólo era el sobrino del fallecido Mario, sino que también se convertía en el yerno de Cinna.
Lucio Cornelio Sila (138 - 78 a.C.) antiguo lugarteniente de Mario fue designado por el senado para enfrentarse a Mitrítades VI, soberano del Ponto, estado situado en las costas de la actual Turquía bañadas por el mar Negro, el cual había lanzado un ataque contra los territorios romanos del Mediterráneo oriental.
Tras derrotar a Mitrídates en el año 83 a.C., Sila regresó a Roma como un general victorioso y con sus arcas repletas con los caudales de Mitrídates, al que permitió conservar la corona del Ponto a cambio de una colosal reparación económica, decidió invadir Italia. A finales del 82 a.C. conseguía derrotar por fin a sus principales enemigos y consolidarse como dictador sine die.
Sila puso en marcha un reino del terror, colocó listas con los nombres de los individuos declarados proscritos. Inicialmente, los primeros proscritos fueron sus oponentes políticos, pero Sila no tardaría en incluir en sus listas a cualquiera que tuviese propiedades o riquezas.
Las medidas de Sila afectaron a Mario y a Cinna, así como a sus familiares. Tal fue el caso de César, a quién Sila ordenó que se divorciase de Cornelia, orden que se negó a aceptar pese a que fue acatada por su familia. Esta negativa sirvió para que Sila lo declarase proscrito y, de esta forma, se pudiesen confiscar todas sus pertenencias, perdiendo la categoría de ciudadano romano y su rango de flamen dialis.
César huyó a las montañas refugiándose entre la población. Cada noche cambiaba de población y buscaba refugio entre los opositores a Sila. A pesar de ello fue capturado por las tropas silanas, pero no fue entregado. Compró su libertad. La familia de César pidió clemencia para que fuese indultado. Gracias a la mediación de su madre y de las vírgenes vestales, Sila accedió a concederle el perdón. Según Suetonio, Sila pronunció las siguientes palabras: "Lo habéis logrado, conservadlo vivo, pero os advierto que ese joven al que consideráis descuidado, un día os causará vuestra ruina, porque en César hay muchos Marios"
Uno de los levantamientos más conocidos contra Sila fue el de gladiador Espartaco (100-70 a.C.). Fue una sublevación rural y, pese a que muchos de los rebeldes que intervinieron en el motín fueron esclavos, lo más importante es que Espartaco se las ingenió también para atraer e incorporar en sus filas a buena parte de los antiguos soldados, los cuales habían sido desposeídos de sus bienes por parte de Sila.
En la tienda de FGArte puedes comprar un impresionante busto de Julio César que te hará rememorar su historia con sólo mirarlo.
]]>Si tuviésemos que identificar uno de los hombres más célebres de la antigua Roma, sin duda, este sería Cayo Julio César. A lo largo de la historia han sido varios los que se han querido identificar con él. De hecho, la expresión Caesar es más que universal y derivaron palabras como Kaiser, para designar a los dirigentes germanos, o Zar para hacer lo mismo con los rusos o búlgaros. Hoy en día nadie duda del papel tan decisivo que tuvo en la Historia de Roma y, por supuesto, en la Historia de la humanidad.
Cayo Julio César nació el 12 de julio del año 100 a.C. en la ciudad de Subura en el seno de una familia perteneciente a la clase patricia. Sus parientes se decían descendientes de los mismísimos fundadores de Roma: Rómulo y Eneas. Eneas, héroe de la guerra de Troya era hijo del príncipe dardanio Anquises y de la diosa Venus (Afrodita en la mitología griega). Mientras que Rómulo, y su hermano gemelo Remo, era hijo de Rea Silvia, también conocida como Ilia, quien quedó embarazada tras ser violada por el dios Marte (Ares en la mitología griega).
Este noble origen de la familia de Julio César motivó que su familia disfrutase de una vida sin muchos sobre saltos y relevancia. Habría que esperar a que su tío fuese elegido cónsul y a que su padre accediese al cargo de pretor. En cualquier caso, el antepasado más relevante de Julio César no fue un varón, su tía Julia, en torno al año 110 se casó con Cayo Mario, el romano más importante de la época, lo cual hizo que la posición de la familia de Julio César cambiase rápidamente.
La Subura, el lugar de su nacimiento, estaba situada en al oeste del Forovy, lo que actualmente se correspondería con el actual barrio de Monti. La vida en este lugar le permitió estar en contacto directo con la plebe y le enseñó a desenvolverse fácilmente entre extranjeros.
Su cognomen, César, podría tener su origen en su nacimiento mediante cesárea o bien, a una hazaña llevada a cabo por antepasado contra los cartagineses, el cual habría acabado con un elefante, animal que según aquel pariente se denominaba caesar en lengua púnica. El elefante fue adoptado por su familia, los Iulii, como emblema.
La educación de Julio César fue tutelada por el maestro especialista en literatura griega y romana, Marco Antonio Gnifón. Aprendió a leer y escribir haciendo la traducción de la Odisea hecha por Livio Andrómico, y aprendió retórica en Rodas. Seguramente sus dotes naturales le permitieron aprovechar al máximo las enseñanzas de su maestro, de modo que fue perfeccionando su lenguaje y aprendiendo los rudimentos de la oratoria, fundamentales para una carrera política.
El padre de Julio César, Cayo Julio César, culminó su carrera política tras alcanzar en el año 85 a.C. , la pretura. Pero el infortunio se cebó con él, ya que moriría pocas semanas después de un repentino ataque al corazón mientras se vestía. En aquellos momentos César era un joven muchacho que acaba de empezar a vestir la toga virilis, típica de un adulto, convirtiéndose en el cabeza de familia (paterfamilias).
En FGArte.com puedes comprar un precioso busto de Julio César, cuyo original data entre los años 30-20 a-C.
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En otra entrada hablamos sobre la historia de los Fumie, y de cómo los cristianos fueron perseguidos en Japón en el siglo XVII.
En esta entrada, os daremos algunos nombres propios importantes relacionados con los fumie y la persecución de los cristianos en Japón.
San Francisco Javier fue el primer misionero católico en llegar al país en 1549, y en apenas 60 años Japón ya contaba con unos 300.000 católicos, la mayor comunidad católica del mundo bajo gobiernos no europeos. En 1600 había unos 95 jesuitas extranjeros en el país y unos 70 hermanos jesuitas japoneses. Se sabe que 86 señores feudales se bautizaron oficialmente, y muchos más simpatizaban con el cristianismo.
El padre Ferreira, llegado a Japón en 1609, ejerció desde el principio un liderazgo incuestionable sobre la extensa comunidad católica, pero su figura se agrandó hasta alcanzar dimensiones legendarias como misionero clandestino en la época de los kakure kirishitan (cristianos ocultos). Por eso, la noticia de su captura, en 1633, removió los cimientos de la Compañía, agravada por las escasas y malas nuevas que llegaban de su destino, cada una peor que la anterior. En aquella época se buscaba, sobre todo, la apostasía de los cristianos, para lo que se les obligaba a pisotear un fumie, un pequeño rectángulo de madera, del tamaño de una baldosa, que tenía incrustada una imagen de Cristo o de la Virgen, como prueba de rechazo hacia esa religión.
Quien no accedía a pisar el fumie era torturado. La tortura más común era conocida como la fosa. Consistía en colgar al cristiano boca abajo sobre una fosa llena de excrementos. En esa posición, se le hacían pequeñas incisiones detrás de las orejas para que se desangrara lentamente. Al cabo de un tiempo, la sangre comenzaba a manar también por la boca y la nariz, mezclándose con los excrementos de la fosa y atragantando al desdichado, que apenas podía emitir algunos estertores.
El tormento cesaba en cuanto el cristiano pronunciaba la palabra apostato y se prestaba a pisar un fumie.
El padre Ferreira apostató tras 5 horas de tortura en la fosa de Nagasaki.
Ferreira tenía 53 años, era jesuita desde hacía 37 y había sido un misionero clandestino durante 19 años. Había vivido dos décadas de persecución y peligros. Él era quien enviaba a Europa crónicas de los martirios de sus feligreses y compañeros. Y ahora cedía en cinco horas. Por eso los historiadores hablan de "el enigma Ferreira".
Lo casaron con la viuda de un criminal extranjero ajusticiado y durante unos años vivió en gran pobreza. Usaba nombre japonés y ropas japonesas y se le asignó un templo budista. Después, las autoridades empezaron a contratarlo como traductor de español, portugués, latín... y para juicios e interrogatorios de misioneros capturados. Más tarde tradujo obras de matemáticas y astronomía.
Giuseppe Chiara era un joven jesuita siciliano que había tenido al padre Ferreira como mentor en la universidad, pero también como fuente de inspiración misionera y cristiana. Convenció a sus superiores para que le autorizaran viajar clandestinamente al Japón para averiguar la verdad sobre la supuesta apostasía de su reverenciado maestro, y también para ocupar su sitio y no dejar al asustado rebaño cristiano sin pastor. Era una misión suicida y, aunque la idea fue rechazada en un principio por las autoridades, éstas terminarían apoyándola y poniendo al valiente misionero y a otro compañero que decidió acompañarle en manos del padre Valignano, por entonces provincial de todas las misiones jesuitas en Asia.
Inoue, señor de Chikugo, era el nuevo magistrado para asuntos religiosos. Su apariencia de bondad, amabilidad, cordialidad, refinamiento e inteligencia hacen que el padre Chiara se lleve una sorpresa al conocerle, pues se imaginaba a un señor feudal de aspecto terrible, parecido al de los samuráis encargados de su detención y vigilancia durante su estancia en el calabozo. Inoue estaba logrando que los cristianos japoneses apostatasen uno tras otros tras pasar por el rito de pisar el fumie.
La inmensa mayoría de las víctimas de la persecución anticristiana liderada por Inoue eran campesinos japoneses descritos por el padre Chiara como seres humanos «forzados a trabajar como bestias y abocados a una muerte de bestias». El fruto de su trabajo de esclavos se lo llevaban los impuestos y apenas les quedaba una miseria para sobrevivir en condiciones infrahumanas.
Giuseppe Chiara no fue torturado físicamente y, sin embargo, apostató. ¿Hay algo más doloroso e insoportable que la tortura física? Sí, e Inoue lo sabía. Si Chiara apostataba pisando el Fumie, serían atendidos por médicos y puestos en libertad. Este era, ni más ni menos, el método satánico que le permitió a Inoue erradicar el cristianismo del Japón, aunque no totalmente, pues siempre permaneció un resto viviendo en la más absoluta clandestinidad.
En nuestra tienda, puedes comprar uno de los Fumie más representativos con la imagen de la Virgen María y Jesucristo, cuyo original se encuentra expuesto en el Museo Nacional de Tokio
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La localidad turolense de Azaila, próximo al curso del río Ebro, está situada en la margen derecha del rio Aguasvivas. A poco más de un kilómetro de ella en dirección SO se encuentra El Cabezo de Alcalá, que se alza en la Dehesa de los Pedreñales. El yacimiento arqueológico íbero allí existente contiene una acrópolis que ocupa por completo la superficie del cabezo, que se alza ochenta y tres metros sobre la terraza inferior del río Aguasvivas. En este yacimiento fue encontrado el majestuoso Toro de Azaila.
Aquella acrópolis desempeñó la función de amparar una gran urbe.
El yacimiento contiene materiales que informan de su ocupación desde, al menos, la época del Bronce final, población que se mantuvo durante la Primera Edad del Hierro y cuyas estructuras urbanas comenzaron a alcanzar carácter de ciudad ibérica a partir del siglo IV a.C. y de la que ya desde finales del siglo III a. C. existe información relativa a su pertenencia al pueblo de los Sedetanos.
En otra entrada de este blog ya hablamos de asentamiento de El Cabezo de Alcalá y el Toro de Azaila. En esta entrada intentaremos entrar, más en detalle, sobre algunos aspectos históricos, culturales y bélicos del mismo.
La ciudad que allí existió estaba totalmente amurallada y circundada con franjas de grandes piedras para impedir la aproximación bélica a ella. Se urbanizó en torno a una calle central que permitía el desarrollo de los ejes de circulación. En la parte más alta de su acrópolis, se levantaron dos torres de planta cuadrada, gemelas, como bastiones para la vigilancia.
Allí puede apreciarse la edificación de un templo in antis, la construcción de unas termas de tipo itálico y casas de patio, así como el culto al jefe con un monumento de tipo ecuestre, fijado con plomo al podio del templo mencionado, con la imagen de un personaje heroizado, posiblemente acompañado de una Victoria.
Durante las Guerras sertorianas, entre los años 78 y 74 a.C., debido a la implantación romana y a las respectivas clientelas hispanas que participaron en la contienda que tuvo lugar entre los partidarios de Pompeyo y los de Sertorio, el valle del Ebro fue escenario de acontecimientos bélicos que asolaron sus campos y destruyeron sus ciudades, entre ellas Azaila.
La ciudad se encontraba en la zona de influencia de los sertorianos, siendo sus habitantes partidarios de Sertorio, aunque a la gran mayoría de sus habitantes les era indiferente, por lo que se trató de una batalla entre romanos. Pompeyo encargó la dominación de la zona a uno de sus mejores generales, Metelo, que desplazó sus tropas desde Marsella.
Azaila era un enclave estratégico para la dominación del valle del Ebro, por lo que el ejercito de Pompeyo preparó un minucioso plan que permitiese su conquista. Este plan consistía en crear un autentico cuartel general y utilizar una técnica denominada obsidio (bloqueo).
Las tropas pompeyanas, construyeron una rampa (agger), una especie de gigantesca escalera de tierra y piedras, de unos cinco metros de anchura, desde el acuartelamiento hasta el oppidum. Por el que subirían soldados y máquinas de guerra encabezando el ataque. Estas máquinas de guerra abrieron un boquete en la muralla por el que penetró su infantería. Los sitiados habían levantado barricadas por toda la ciudad para evitar el avance enemigo. Se atrincheraron en las calles principales y utilizaron las catapultas que habían enlazado en la zona más alta pero nada de esto puedo detener al ejercito de Pompeyo. Vencidos, tuvieron que abandonar la acrópolis rápidamente. Uno de ellos, al abandonar una de las casas, perdió su bolsa de monedas. Otro ocultó su tesoro bajo un peldaño de la escalera de acceso a una de las torres de vigilancia. El incendio, la destrucción y quizás la muerte de sus propietarios les impidieron su recuperación y su actual descubrimiento es testigo de los hechos pasados.
Sobre sus restos la ciudad, lentamente, recuperó su función, organizó su reocupación y revivió sus tradiciones iberas hasta el inicio de la época Imperial romana.
En nuestra tienda puedes adquirir una imponente reproducción del Toro de Azaila.
]]>Ciertos hallazgos escultóricos y cerámicos procedentes de yacimientos arqueológicos ibéricos que datan de entre los siglos V y I a.C., como puede ser el Toro de Azaila, han proporcionado la base suficiente para iniciar el estudio alusivo a las creencias de aquellas gentes, del que se deduce que los íberos practicaron una religión mistérica de tipo agrario y veneraron a unas divinidades encargadas de mantener la fertilidad.
La elección del símbolo tauromorfo como representación de todos los grandes dioses masculinos del mundo antiguo pudo responder a que, durante los siglos IV y III a.C., durante la era de Tauro, período en el que surgieron y adquirieron forma las religiones del Próximo Oriente, cuando los hombres miraban al cielo veían en él algo semejante a la silueta de un toro, veían la constelación de Tauro. Toro que identificaron con la divinidad, por lo que dieron esa imagen al espíritu de dios que por medio de la renovación anual permitía el surgimiento cíclico de la vegetación y la continuidad de la vida.
En el área ibérica existen modelos que reflejan esta adoración por la figura del toro. Podemos encontrar distintas obras escultóricas que así lo demuestran. El toro de Porcuna evidencia su carácter sagrado, tanto por la flor, símbolo de la divinidad, que luce en su frente como por los tallos vegetales que le brotan de la cruz y terminan en sendas estilizaciones de capullos florales.
Con similar carácter hay que situar también al toro de Azaila, con una roseta de siete hojas en el centro de la testuz que manifiesta el significado religioso de la obra. Asimismo, el toro androcéfalo más conocido de la cultura íbera, la Bicha de Balazote, evidencia su sacralidad como remedo del Aqueloo griego, como vimos en otra entrada del blog. Es posible atender a la presencia de toros y toros andrósopos asociados a signos astrales en la numismática hispánica, que sugieren también aspectos de religiosidad.
]]>En la costa mediterránea los más importantes son los Contestanos, Edetanos e Ilercavones entre el cabo de La Nao y la desembocadura del río Ebro; y al norte de él, los Cesetanos, Layetanos, e Indiketes, que llegaban a los pies de los Pirineos.
En el interior estaban establecidos los Ausetanos, en la plana de Vic, los Ilergetes en los llanos de Lérida y los Sedetanos, de los que ya hablamos en otra entrada de este blog, en el valle medio del Ebro.
Los Contestanos son citados por primera vez durante la guerra de Sertorio en el año 76 a.C., en relación con sus preparativos para enfrentarse ejércitos de Metelo y de Pompeyo a su llegada a la Península, cuando dudaba entre dirigirse a Ilercaonia y Contestania, ambos pueblos aliados suyos, o a Lusitania para enfrentarse a Metelo.
Plinio sitúa Contestania en la costa, al norte de Bastetania, y cita dentro de ella las ciudades de Carthago Nova (Cartagena), el río Tader (Segura), Ilici (Elche), Lucentum (Alicante), Dianium (Denia) y el río Sucro (Júcar).
Ptolomeo asigna a los Contestanos las ciudades de Iaspis (Aspe) y Saetabis (Játiva). Todas estas ciudades se encuentran muy próximas a la costa, por lo que no sabemos hasta donde se extendía la Contestania hacia el interior.
El pueblo Contestano estaba altamente influenciado por fenicios y griegos, debido a su pronta apertura comercial con otros pueblos del mediterráneo.
Esta influencia tuvo su reflejo en todos los ámbitos de la sociedad contestana, pero especialmente en el cultural, muchas de sus obras artísticas evidenciaban una influencia griega muy grande. El yacimiento contestano mas relevante fue La Alcudia, del que ya hablamos en la entrada del blog sobre la Dama de Elche.
En nuestra tienda puedes comprar una preciosa réplica de 15 cm. de alto de la Dama de Elche, la figura más importante realizada por los Contestanos.
]]>La Dama de Elche es, tal vez, la representación artística más importante del arte íbero que ha llegado a nuestros días.
Fue encontrada en 1897 en el poblado íbero de Ilici, en el yacimiento arqueológico de La Alcudia a tan sólo tres kilómetros de la actual Elche.
Ilici fue la capital de la Contestania, territorio de las tribus iberas que ocupaba buena parte del sureste peninsular, incluyendo la casi totalidad de la provincia de Alicante y parte de las provincias de Albacete, Valencia, Murcia, Jaén y Granada. También fue la ciudad romana más importante de lo que hoy es la provincia de Alicante y una de las más importantes del sureste peninsular.
La escultura, representa el busto a escala natural de una mujer muy engalanada, tallado sobre un sólo bloque de arenisca de proporciones piramidales. La dama va ricamente ataviada: en la cabeza lleva un tocado formado por una tiara puntiaguda cubierta por un velo y encima un tirante que une los dos rodetes laterales o "estuches" que enmarcan el rostro, donde iría recogido el peinado y una diadema sobre la frente; la espalda y los hombros se cubren con un manto que forma pliegues en la parte de delante y deja al descubierto tres collares con anforillas y porta-amuletos; los pendientes de placas e ínfulas que cuelgan a los lados del rostro, y una pequeña fíbula que cierra la túnica en el escote.
Acerca de la indumentaria, lleva una cofia que eleva la coronilla de la Dama. Sobre ella se monta el velo ceñido por una tiara que rodea toda la cabeza. La prenda más significativa es el grueso manto de lana que descansa sobre sus hombros.
Está bien conservado, con ligeros desperfectos en la parte delantera: en la base y en su costado inferior izquierdo. Unas cuentas de la diadema, del tercer collar y del rodete que delimita el rostro también se han perdido.
Se ha especulado mucho sobre el uso del orificio de la parte posterior, aunque, según los historiadores, sugiere un uso como recipiente funerario. La Dama, se ha interpretado como la representación de una diosa, una sacerdotisa, o a algún personaje regio o de la aristocracia adornada para una ceremonia especial y ataviada con sus mejores galas que podrían constituir su aderezo nupcial compuesto de tres collares, diadema y fíbula, equiparable a los hallados en varios tesoros.
Técnica y estilísticamente se considera una obra de fuerte influencia griega, posiblemente realizada por un artista de este origen, tal vez ligado al cercano puerto de Santa Pola, tras recibir el encargo de un personaje ibérico de alto rango.
Como decíamos al principio de este blog, la Dama fue encontrada en 1897, muy cerca de la ciudad de Elche, concretamente en actual yacimiento de La Alcudia junto al río Vinalopó.
Un jornalero, trabajando en el campo, encontró de manera accidental a la Dama enterrada y avisó al dueño del terreno, Manuel Campello, que decidió llevársela a su casa bautizándola como la "Reina Mora". La Dama de Elche fue expuesta a los vecinos de la ciudad de Elche, quedando impresionados por su belleza y orgullosos de su "Reina Mora". La Dama de Elche fue fotografiada, y estas fotos fueron enviadas al Museo Arqueológico Nacional en Madrid para que las examinase y determinar si, realmente, tenía valor.
En ese momento visitó la ciudad de Elche un arqueólogo francés llamado Pierre Paris. Al ver el busto de la Dama de Elche, quedó impresionado por su belleza y escribió al Museo del Louvre ya que consideraba que, a parte de su indiscutible belleza, era muy antigua, muy anterior a Al-Andalus sin nada que ver con una reina mora. E incluso muy anterior a la época romana. Por esta razón, el Museo del Louvre decidió quedarse con la pieza, para lo cual buscó un donante que sufragase la operación. La operación se tasó en 4.000 francos, que fueron pagados a Manuel Campello. La Dama viajó por barco de Alicante a Marsella y de allí a París. Donde le cambiaron el nombre y pasó a denominarse con su actual nombre, Dama de Elche. Igualmente, los estudios realizados en París determinaron que se trataba de una pieza íbera, mucho más antigua de lo que inicialmente se pensó.
En los años 20, se iniciaron las negociaciones para traerla de vuelta a España, siendo infructuosos durante más de 2 décadas. Las negociaciones fueron retomadas en 1940 por el Gobierno de España, acordando la devolución de la Dama de Elche, las coronas de Guarrazar, los documentos pendientes del archivo de Salamanca y la Concepción de Soult de Murillo. A cambio, Francia reclamó lo incautado por España en la batalla de Pavía y la mitad del brocado de oro de la tienda campaña del campamento de Francisco I.
Gracias a este acuerdo, la Dama del Elche llegó a la estación de Atocha en Madrid, el 8 de febrero de 1941. Siendo trasladada al Museo del Prado, donde estuvo expuesta hasta 1971. En 1971, el Gobierno de España, decidió trasladarla al Museo Arqueológico Nacional.
El vínculo de FGArte y la dama de Elche nace precisamente en este traslado. Fue realizado en taxi (envuelta en sábanas y mantas) por Francisco Gago, nuestro ideólogo e impulsor, y un compañero del Museo Arqueológico Nacional, siendo escoltados por la policía durante ese traslado en taxi entre ambos museos.
En nuestra tienda puedes comprar una reproducción de la Dama de Elche de 15 cm. de alto y 12 cm. de ancho.
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Poco después de que Agripa concluyera su misión en Hispania, Augusto realizó una gira por la Galia e Hispania entre los años 16 y 13 a.C., procediendo a una profunda reorganización del territorio hispano como continuación de la labor comenzada por su padre adoptivo, Julio César, y para la que contó con la ayuda, una vez más, del imprescindible Agripa, que ya tenía experiencia en la organización del territorio galo. Fue entonces (y no en el año 27, como se ha creído tradicionalmente) cuando Augusto estableció una nueva división de Hispania basada en tres provincias: Tarraconense, Lusitania y Bética. Nuevas ciudades, carreteras y construcciones monumentales cambiaron en unos años la faz de la Península, que quedó integrada por completo en el naciente Imperio romano.
Algunas de las ciudades fundadas por Augusto se situaron en la zona noroeste recién conquistada, donde sirvieron no sólo para garantizar el dominio militar de Roma, sino también para vertebrar un territorio que era especialmente rico en yacimientos auríferos. Tal fue el caso de Asturica Augusta (Astorga), Lucus Augusti (Lugo) y Bracara Augusta (Braga), bautizadas con el nombre del emperador. Para organizar el territorio hispano, Augusto trazó el esqueleto de una red de comunicaciones que uniría las ciudades más importantes de la Península. Atendiendo a estas razones se fundó Caesaraugusta (Zaragoza) en el valle del Ebro, a través del cual se aseguraba la penetración desde Tarragona hasta el norte y noroeste peninsular. La unión del sur y el norte quedó reforzada por la vía de la Plata, que enlazaba Augusta Emerita (Mérida) y Astorga. En el arco mediterráneo, Augusto realizó reformas en la vía Heraclea, que unía Gades (Cadiz) con Tarraco (Tarragona) y desde entonces ese camino pasó a llamarse vía Augusta.
El ejemplo más claro del nuevo urbanismo promovido por Augusto se encuentra en Mérida. La nueva colonia convertida en capital de la provincia de Lusitania, fue poblada por los veteranos de las legiones V y X que habían combatido contra los cántabros, entre quienes se distribuyó una importante extensión de campos de cultivo que se adscribieron a la nueva ciudad.
La colonia se proyectó como un espejo de Roma en Hispania; de hecho, se emplazó en un punto a orillas del río Anas (Guadiana) que contaba con una isla en medio que hacía más fácil el paso y recordaba a la isla Tiberina de Roma. La ciudad adquirió muy pronto un carácter monumental. Entre el año 16 y 15 a.C. se inauguró un teatro financiado por Agripa, posible patrono de la ciudad, al que seguirían un anfiteatro construido en el 8 a.C. y un circo erigido en época de Tiberio (14 - 37 a.C.), el sucesor de Augusto en el trono imperial. Puede destacarse también el pórtico del foro de la colonia, con su ático decorado con clípeos o medallones de Júpiter Amón y Medusa separados por cariátides, en lo que constituía una imitación del pórtico del foro de Augusto en Roma, que también fue el modelo de la decoración del foro provincial de Tarragona. Además, la colonia agradeció la protección que le dispensaron Agripa y otros miembros de la familia imperial incluyendo sus estatuas en la pared interior del pórtico del foro.
Las colonias fundadas por Augusto en Hispania tuvieron un destacado papel en el desarrollo del culto imperial, que actuaría de elemento cohesionador a los largo de todo el Imperio. En el año 15 d.C., poco después de la muerte de Augusto, se erigió en Tarragona el primer templo dedicado al culto del soberano, que serviría de modelo para el resto del Imperio. Mérida no quiso ser menos y a comienzos del reinado de Tiberio erigió el que se conoce como templo de Diana, que es considerado en realidad un ejemplo más de templo dedicado al culto imperial.
También en el teatro de Mérida se veneraba a Augusto en una especia de capilla situada en el eje central del monumental pórtico con jardín detrás de la escena. De ahí procede la conocida cabeza del emperador, representado ya en edad madura, con la cabeza cubierta con el velo de pontífice máximo, que formaba parte de una estatua de cuerpo entero que no se ha conservado.
Fue así como siguió presente el influjo protector de Augusto en Hispania: a través de templos y estatuas colocadas en lugares públicos de forma que todo pudieran admirar a un hombre que no sólo trajo la paz al someter a los indómitos pueblos del norte, sino que también introdujo la civilización y la prosperidad, cambiando para siempre el modo de vida de la población Hispana.
En nuestra tienda encontrarás un precioso busto de César Octavio Augusto, ideal para decorar cualquier lugar y un regalo inolvidable.
]]>El 16 de enero del año 27 a.C., Octavio había recibido de manos del Senado el título de Augusto y había proyectado una pacificación general del todo el imperio. En ese momento, casi toda Hispania estaba pacificada excepto dos poderosos pueblos norteños, cántabros y astures, que se mantenían libres del poder de Roma. Una victoria sobre estos pueblos reportaría varias ventajas a Augusto; por un lado tendría acceso a la riqueza aurífera de sus territorios; por otro, consolidaría su prestigio personal. Octavio había demostrado ser un general victorioso en la guerra civil contra Marco Antonio, pero aquella fue una guerra entre romanos; necesitaba, por tanto, incrementar su prestigio militar con una victoria frente a enemigos externos, cuanto más fieros e indómitos mejor.
La propaganda imperial se ocupó de mostrar en todo momento que los habitantes del norte de Hispania era salvajes y belicosos en extremo e incapaces de soportar el yugo romano y que de ello resultaba una peligrosa amenaza para el orden establecido.
Augusto deseaba seguir la estela de su padre adoptivo Julio César, famoso por sus triunfos en la Galia: la conquista del norte de Hispania le equipararía con él. Del mismo modo, si César había conseguido llegar a los confines del mundo alcanzando, incluso, la lejana Britania, Augusto llegaría también al finis terrae de la Península, más allá del cual sólo se encontraba el insondable mar Océano que todo lo rodeaba. Además, su ausencia de Roma propiciaría que sus reformas se consolidaran sin su constante presencia en todos los ámbitos, que podría resultar gravosa para todos aquellos acostumbrados a una República basada en un equilibrio de poder entre las familias más poderosas.
Los frecuentes ataques de cántabros y astures a los territorios de diversos pueblos vecinos sometidos a Roma, como los autrigones, turmogos y vacceos, proporcionaron el casus belli que los romanos necesitaban. Augusto decidió aprovechar la ocasión y, estando todavía en Roma, ordenó abrir solemnemente las puertas del templo de Jano Brifonte en el foro para que este dios protegiera al pueblo romano en armas en la guerra que se avecinaba. A continuación se traslado a la ciudad de Tarraco (Tarragona) para supervisar los preparativos de la ofensiva. Desde allí, a comienzos de la primavera del año 26 a.C., Augusto se dirigió por fin hacia el territorio cántabro para dirigir personalmente las operaciones.
Los romanos sabían que aquella no sería una guerra fácil, el enemigo era fiero y el terreno abrupto y poco favorable para la lucha en campo abierto. Uno de los mayores problemas lo constituía el abastecimiento de víveres de los legiones romanas. Pero el emperador confiaba en salir victorioso gracias a una táctica envolvente que conllevaba el ataque en tres columnas. El avance romano resultaba imparable y comprendía la destrucción total de pueblos, cosechas, ganado y habitantes. Sin embargo, la ofensiva no tuvo el éxito deseado. Los cántabros atacaban desde posiciones ventajosas y no se arriesgaban a un combate en campo abierto, cortando, además, los suministros romanos.
En esos días tuvo lugar un incidente que fue interpretado como un mal augurio por las tropas romanas. Los rayos iluminaban fugazmente la noche y los truenos dejaban oír su estruendo mientras el emperador Augusto avanzaba en su litera por algún lugar boscoso del indómito norte de Hispania. Delante, dos esclavos con antorchas iluminaban el camino de la comitiva. De repente un intenso rayo cruzó la oscuridad para abatirse sobre el emperador, pero quién resultó alcanzado fue uno de los esclavos que iba en cabeza, tea en mano. La luz cegó a los porteadores y la litera cayó al suelo. Poco después Augusto daba gracias a Júpiter Tonante por haberle librado de una muerte segura.
Después de este incidente todo se agravó, Augusto cayó enfermo, quizás a causa de la fatiga y las preocupaciones, enfermó y tuvo que retirarse a Tarragona para recuperarse.
Al año siguiente los romanos reanudaron la guerra contra los cántabros, esta vez bajo la dirección de Antistio, legado de Augusto. Entre tanto, el emperador recibía en Tarragona las noticias del frente de las guerras cántabras y las relacionadas con Roma, así como a embajadores de lugares tan lejanos como la India y Escitia. La ciudad dedicó a tan ilustre huésped un altar durante su estancia. Pero pronto llegarían buenas noticias: los cántabros habían cometido el error de enfrentarse en campo abierto con las legiones y habían sido derrotados. Los supervivientes huyeron al monte Vindio, donde fueron también vencidos. Luego, los romanos procedieron al asedio de algunas ciudades hasta conseguir tomar la fortaleza de Aracelium, pese a la gran resistencia que ésta opuso. Los romanos rodearon el monte con un foso continuo de unos 23 kilómetros, una empresa colosal que recuerda a las fortificaciones que Julio César levantó en Alesia en el 52 a.C. Los sitiados, al advertir que la derrota final era inevitable, se dieron muerte a sí mismo por medio del fuego, las armas y un veneno extraído del tejo, prefiriendo la muerte a la esclavitud.
En el frente astur, el legado Publio Carisio cosechó también algunas victorias que finalizaron con la toma de Lancia (en León).
Al llegar el invierno, Augusto regresó a Cantabria. Para lograr la pacificación definitiva del territorio ordenó a los cántabros bajar de los montes y asentarse en los llanos, además de obligarlos a entregar rehenes y vender a muchos de ellos como esclavos. Lo mismo hizo con los astures. A continuación regresó a Roma. Seguro de haber cumplido todos sus objetivos ordenó que se cerraran las puertas del templo de Jano en señal de que a partir de entonces en el Imperio reinaba la paz. En cambio declinó celebrar el triunfo que le ofrecía el Senado, en un gesto de calculada modestia. El poeta Horacio celebró su triunfal regreso a Roma en una de sus odas, en la que compraba a Augusto con el semidiós Hércules y, alegrándose con la seguridad que ofrecía su victoria, exclamaba: "Este día festivo me librará de mis negras preocupaciones; yo no temeré ni el tumulto ni morir de forma violenta mientras César domine el mundo"
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En abril del año 14 d.C., Augusto dejó su testamento con las vírgenes vestales. Poco tiempo después cayó gravemente enfermo y murió el 19 de agosto del 14 d.C., mientras estaba de visita en Nola. Este era el mismo lugar donde su padre había fallecido cuando él tenía sólo 4 años, lo que plantea de nuevo la pregunta de si Augusto había anticipado su muerte.
Las últimas palabras de Augusto, tanto las pronunciadas en privado como en público, han pasado a la historia y a menudo se citan por el entendimiento que nos dan de la mente del gran emperador. A aquellos cercanos a él que estaban allí cuando murió, les dijo, "¿He hecho bien mi papel? Entonces aplaudirme al salir". Sus últimas palabras dirigidas al público fueron: "Encontré Roma como una ciudad de ladrillos y la dejé como una ciudad de mármol". Esta referencia a los drásticos cambios que hizo en Roma, tal vez nos diga como Augusto quería ser recordado: no como un emperador poderoso, ni como un héroe militar, ni siquiera como un líder exitoso, sino como alguien que transformó su amada Roma y la dejó como un lugar mejor al que había encontrado.
El cuerpo de Augusto fue llevado de vuelta a Roma, donde fue declarado un dios, el máximo honor para un líder romano, y se planeó un magnífico funeral. Roma se paralizó, con los negocios cerrados y la gente llorando. Después de su cremación, los restos de Augusto fueron sellados en su mausoleo, conocido hoy como el Mausoleo di Augusto. Este mausoleo fue uno de los primeros edificios que completó Augusto y se convirtió en el lugar de descanso final para muchos de sus amigos, socios y familiares. Un gran edificio circular situado dentro de los jardines y con una enorme escultura de bronce del propio Augusto, era un lugar apropiado para enterrar al emperador, y sigue siendo un atractivo lugar para los visitantes de Roma.
Para un líder como Augusto, morir por causas naturales era algo bastante inusual, y los rumores abundaban en ese momento y en los años posteriores a su muerte. La teoría de conspiración más popular es que Livia Drusila, su esposa, lo envenenó con higos. El motivo de tal acto habría sido, sin duda, asegurar el papel de emperador para su hijo Tiberio, pero esta teoría se considera generalmente como una forma de propaganda inventada por aquellos que favorecieron a un heredero diferente tras la muerte de Augusto.
Livia tomó un papel muy activo en la vida política después de la muerte de Augusto. Heredó un tercio de las propiedades de su marido, y como siempre había sido una fiel consejera en la que Augusto confiaba, tomó el mismo papel cuando su hijo Tiberio le sucedió. Augusto adoptó a Livia en la familia Julia en su testamento, y se le concedió el nuevo título de Julia Augusta.
Tiberio ya tenía la gran mayoría de los poderes de Augusto, y los dos habían gobernado juntos durante varios años antes de que Augusto muriera. Sin embargo, había otro rival potencial para el poder: Agripa Póstumo, un hijo de Agripa, a quien se le dio este inusual nombre porque nació después de la muerte de su padre. Había sido nombrado coheredero antes de la muerte de Augusto, pero fue exiliado repentinamente en el año 6 d.C. por razones que no se confirmaron. Poco después de la muerte de Augusto, Agripa Póstumo murió bajo extrañas circunstancias. Se rumorea que fue asesinado por sus guardias por orden del propio Augusto o de su esposa Livia, para evitar que reclamara el poder.
Tiberio era considerado por muchos como un general brillante con muchos éxitos militares, pero hay una sensación generalizada de que no quería gobernar, no tenía querencia por el poder. Se le consideraba una persona seria y sombría, que prefería su propia compañía hasta el punto que el filósofo y escritor Plinio el Viejo lo llamó "el más sombrío de los hombres". Tiberio se volvió más solitario con el paso del tiempo, y su madre lo presionó mucho. Finalmente, Tiberio dejó Roma y delegó sus deberes a sus prefectos en el año 26 d.C. Vivió otros once años y murió en el 37 d.C. bajo circunstancias sospechosas, siendo sucedido por Calígula.
El imperio romano que había nacido bajo la guía de Augusto duró hasta el 476 d.C. El período de estabilidad y prosperidad de Pax Romana que comenzó con el gobierno de Augusto duró alrededor de 200 años, y fue durante este tiempo que el Imperio romano alcanzó su punto más alto. En los siglos II y III d.C., el Imperio romano comenzó a decaer, ya que sufrió de inestabilidad, y de una serie de crisis que llevaron a la eventual división del imperio en el Oriente Griego y el Occidente Latino. La invasión de los Hunos, liderada por Atila, contribuyó al declive del Imperio Occidental, mientras que el Imperio Oriental cayó ante la invasión de los turcos otomanos. Hacia 480 d.C., el Imperio romano de Occidente había desaparecido; el Imperio romano de Oriente duró hasta 1453.
Uno de los legados más conocidos dejados por Augusto es el mes nombrado en su honor para celebrar las victorias de las que estaba más orgulloso, especialmente la batalla de Accio. Él eligió renombrar el mes que antes se conocía como Sextilio, de la misma manera que Julio César había renombrado Julio. Sin embargo, hay muchos otros legados importantes que Augusto dejó atrás que son menos conocidos, pero que sin embargo han tenido un profundo impacto en el mundo.
Augusto fundó un servicio de extinción de incendios en Roma que no solo se ocupaba de los incendios, limitando los daños y salvando vidas y edificios de la amenaza potencialmente devastadora del fuego, sino que serviría como centinela. Un grupo altamente organizado de unidades patrullaba la ciudad por la noche para mantener el orden. Esto se convirtió en uno de los primeros servicios policiales, conocidos como cohortes urbanas, que protegían la ciudad y sus habitantes de los desordenes civiles, los disturbios y los brotes de violencia.
La frase "Todos los caminos conducen a Roma" es un testamento del gran número de caminos construidos bajo el mando de Augusto. Él sabía que mejores caminos significaban mejor comercio, más fácil movilización de los ejércitos y una vida más fácil para los ciudadanos que ahora podrían viajar para hacer negocios. No fueron solo los caminos los que aparecieron bajo su mandato, sino también puentes, acueductos y rutas comerciales. Esto abrió el territorio romano de una manera nunca antes vista, y esta fue una política que continuó mucho después del reinado de Augusto. El hecho de que muchos caminos modernos en Europa sean calzadas romanas que han sido actualizadas a lo largo de los años es un asombroso testamento de la infraestructura construida por Augusto y sus sucesores.
Los caminos por los que la gente podía viajar con fines comerciales significaban que el comercio florecía, y esto requería dinero. Augusto desarrolló un sistema monetario uniforme, y este sistema fue adoptado mucho más allá del Imperio romano. De hecho, muchas de las innovaciones del Imperio romano continuaron desarrollándose más allá del Imperio Romano. El servicio postal es un excelente ejemplo de esto. Augusto estableció una serie de puntos de relevo para que los mensajes pudieran ser enviados rápida y fácilmente, lo que más tarde se convirtió en un sistema postal que inspiró sistemas similares en otros lugares.
Augusto dejó un legado duradero y, de hecho, se podría argumentar que pocos otros líderes han tenido un impacto más profundo en el mundo. Dentro del Imperio romano, podemos ver los inicios de las sociedades modernas, así como su impacto en el gobierno y las infraestructuras , sin mencionar la ley, la filosofía y la religión. El impacto de la arquitectura romana se puede ver en la tradición neoclásica que se utiliza en prácticamente todas las ciudades del mundo occidental. La literatura que salió de Roma todavía es leída, interpretada, traducida y estudiada por eruditos de todo el mundo. El idioma español no sería lo que es hoy sin el latín de Roma que le dio origen. La difusión del cristianismo también puede ser atribuida en gran medida a su adopción por Roma. El verdadero alcance del efecto que la vida de Augusto ha tenido en el mundo en los últimos 2.000 años es simplemente inconmensurable.
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]]>Desde el 22 a.C. hasta alrededor del 19 a.C., Augusto viajó por Europa y Asia, iniciando reformas y reestructuraciones. Su mayor logro durante este tiempo fue llegar a un acuerdo con los Partos, que durante mucho tiempo habían sido los enemigos de Roma. Esto significó paz y estabilidad, pero también demostró ser un impulso inestimable para la reputación de Augusto, ya que pudo recuperar los estandartes de la legión que habían sido capturados en la batalla 30 años antes. Resolver el conflicto parto sin guerra fue el primero de una serie de acuerdos y arreglos establecidos por Augusto para proteger la paz en el imperio.
A su regreso, Augusto realizó una serie de movimientos que insinuaban sus planes para su sucesor. Les dio responsabilidades a sus hijastros, Tiberio y Druso, entregándoles poderes militares. También adoptó a sus jóvenes nietos, los hijos de Agripa, y los rebautizó como Cayo César y Lucio César. Mientras que estas decisiones podrían haber hecho que otros en el gobierno se preocuparan de que Augusto se estableciera como una familia imperial y diera autoridad a sus propios hijos, Augusto era demasiado poderoso para tener cualquier oposición en este punto. Augusto era increíblemente popular, lo que le permitía imponer su voluntad para hacer lo que quisiera, lo que hacia alimentar su propia confianza en su autoridad suprema.
Una de las cosas por las que Augusto es mas conocido es por la extensa construcción que llevo a cabo en Roma. Con mucho más dinero fluyendo a la ciudad, se hicieron más inversiones que en otro período de la historia en Roma. El resultado fue una nueva Roma. Los edificios fueron renovados, surgieron nuevas construcciones impresionantes, y la imagen de Augusto apareció frecuentemente en obras de arte y estatuas. Los nuevos desarrollos en la ingeniería civil y un renovado interés en la arquitectura hicieron que muchos de los nuevos edificios fueran innovadores y atractivos. La fuerte inversión en edificio públicos hizo que los baños públicos, los templos y los lugares de congregación fomentaran los eventos sociales y el ocio.
Para las ciudadanos de Roma era mucho más importante que estas mejoras en las infraestructuras significaban un suministro de agua más fiable y limpio. La paz fuera de Roma también significó la llegada de una mayor variedad de alimentos más frescos y suministros regulares. Todo esto trajo estabilidad y tranquilidad a Roma como no se había visto antes.
La cultura también prosperó bajo Augusto, de nuevo debido en parte a la paz. Augusto animó a los escritores a rendir homenaje a Roma (y por tanto también a él). Abogó por un renacimiento de la literatura y las artes, y se consagró a sí mismo como un mecenas de los principales poetas. La artesanía también se promovió en todo el imperio, y hubo un aumento en la producción de artículos finos, como piedras preciosas, vidrio, platería cerámica fina y escultura.
También se restablecieron las creencias culturales y reavivó la tradición religiosa; se reconstruyeron templos que habían caído en desuso o habían sido dañados por los disturbios civiles y se alentó a la gente a enorgullecerse de las tradiciones y de los cultos que habían sido descuidados.
Augusto se convirtió en el pontifex maximus tras la muerte del antiguo miembro del Triunvirato, Lépido, a finales del año 13 o principios del 12 a.C. Poco después, en el 12 a.C., Agripa murió, lo que demostró ser una gran pérdida para Augusto, quien estuvo de luto un mes y ordenó que los restos de Agripa fueran enterrados en su propio mausoleo.
Después de la muerte de Agripa, Augusto obligó a Tiberio a divorciarse de su esposa y casarse con su hija Julia. Esto acercó a Tiberio aún más a Augusto, ayudando a construir la dinastía que a Augusto le apasionaba crear. El matrimonio quizás fue calculado por Augusto para asegurar la familia de Augusto y la lealtad de Tiberio pero, sin embargo, ni Tiberio ni Julia estaban satisfechos con esa unión, y esta terminó más tarde en una separación.
Mientras que la vida en Roma era mejor de lo que había sido durante mucho tiempo, en los límites del Imperio la situación era muy diferente. Augusto creía en el derecho divino de Roma a expandirse. El objetivo de la expansión era proteger a la propia Roma y asegurar que el Imperio estuviera a salvo de la amenaza de invasión desde otros territorios. Por primera vez, Roma tenía un ejercito permanente.
Augusto confió en sus hijastros, Tiberio y Druso, para hacer retroceder los límites del Imperio y expandirlo más al norte y al este. Entre ellos, movieron la frontera del Imperio romano hasta el río Danubio. También lo expandieron hacia Germania, aunque Druso murió en el intento. Tiberio continuó controlando el avance militar y fue recompensado por Augusto en el año 6 a.C. con la oportunidad de compartir el poder con su padrastro. Sin embargo, hubo una rivalidad entre Tiberio y los dos hijos adoptivos de Augusto (sus nietos, Cayo César y Lucio César), que ya eran mayores de edad. Tiberio dejó Roma y se retiró, pero fue llamado de vuelta en el año 4 d.C. tras la muerte de ambos Cayo César y Lucio César. En ese momento, Augusto adoptó a Tiberio como su hijo y le concedió poderes que, esencialmente, lo hicieron igual que el propio Augusto.
Con su sucesión asegurada, la expansión del Imperio romano continuó con más conquistas en Germania y en Bohemia. Al mismo tiempo habían surgido rebeliones que tuvieron que se sofocadas antes de que la expansión pudiera continuar. Una fuerza militar bien entrenada y leal, guiada por generales experimentados, logró sofocar estas revueltas, pero el daño a los planes generales de expansión ya estaba hecho, y el ataque a Bohemia resultó ser un desastre. Tres legiones de soldados fueron destruidas cuando las tribus germánicas se levantaron contra Publio Quintilo Varo, el gobernador romano. Las tropas romanas se vieron obligadas a retirarse y en su lugar se trasladaron al Rin para defender la frontera exterior.
Incluso con esta derrota, se puede decir que el Imperio romano se expandió rápidamente y con éxito durante el reinado de Augusto. Tanto que llegó a ser visto como una edad de oro de la expansión. La paz que reinaba dentro de Roma había permitido que el nivel de vida se disparara y que las artes y la cultura florecieran. Este período llegó a ser visto como el comienzo de un tiempo de paz y prosperidad conocido como la Pax Romana, que duró aproximadamente 200 años.
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]]>Augusto fue ganando poder poco a poco. Mantuvo una poderosa fuerza militar, incluyendo una fuerte guardia personal para su propia protección. También se dedicó a hacer mejoras sociales y de infraestructuras, y estableció rutas comerciales para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Durante este tiempo, fue ganando poder mientras seguía vendiendo su imagen de protector de la República romana. Manteniendo el Senado intacto, aunque con menos miembros, y consultándolos sobre ciertas decisiones, parecía que la República romana funcionaba como debía, cuando en realidad Augusto ya era todopoderoso.
En el 23 a.C., Augusto cayó gravemente enfermo, fue tan grave se consideró que se estaba muriendo. En su lecho de muerte encargó a Agripa que se hiciese cargo de todas su cuentas financieras y delegó en él toda su autoridad militar. También decidió quién debía recibir sus posesiones y propiedades. Lo que no hizo sin embargo, fue nombrar un heredero. Esto fue una sorpresa; Augusto tenía un sobrino, Marco Claudio Marcelo, a quien se creía que Augusto había favorecido, y se esperaba que Marcelo fuera nombrado heredero. Siendo un hombre muy poderoso, se esperaba que Augusto nombrara a alguien para heredar su autoridad y posición en la sociedad, pero él se dio cuenta de que esto sería un paso hacia el imperialismo y provocaría hostilidad entre sus leales seguidores.
Mientras se recuperaba de su enfermedad, Augusto reconoció la necesidad de un nuevo pacto. El Primer Pacto había funcionado bien para él, y era emperador de Roma en todo menos en el nombre. Sin embargo había varias razones para considerar un segundo pacto, la mayoría de ellas girando en torno a la necesidad de que el gobierno de Augusto continuara siendo aceptado para aquellos que eran reacios a la idea de un gobernante dictatorial, o cualquier cosa que se asemejara a una monarquía, todo esto con el fin de adquirir más poder sin levantar sospechas o incitar resentimientos.
En primer lugar, Augusto renunció al consulado. Su acto de renuncia hizo parecer a todos que Augusto quería honrar el proceso republicano y dar a otros la oportunidad de servir al pueblo. Aún se le permitía sentarse en la plataforma del cónsul, y conservaba su papel de procónsul para territorios fuera de la propia Roma, lo que representaba un poder considerable. A cambio de esta renuncia, Augusto recibió el de poder de tribunicia potestas (poder de tribuno) de por vida, lo que le permitió presidir elecciones, vetar leyes que no quería que se aprobaran, sugerir sus propias leyes y socavar leyes ya aprobadas exonerando a los que habían sido condenados por algún delito. No sólo era el líder del Senado, sino que también tenía el derecho a convocar una reunión del senado en cualquier momento y a ser el primero en hablar en dicha reunión.
Dentro de la propia Roma, Augusto fue puesto al mando de las fuerzas armadas, conocidas como imperium. El mando existente de Augusto en los territorios romanos también se amplió; podía incluso prevalecer sobre los procónsules que gobernaban las provincias. Todo esto significó que el Segundo Pacto sirvió para consolidar y legitimar su poder, no para disminuirlo, como podría parecer. Augusto había logrado apaciguar a los que estaban preocupados por su poder mientras que, en realidad, ganaba más autoridad.
En el año 22 a.C. hubo una seria escasez de alimentos y el pueblo, pidió que se le diera a Augusto un poder dictatorial para que pudiera resolver el problema. Al igual que antes, Augusto hizo ademán de rechazar este poder, para acceder finalmente, y la escasez de alimentos fue resuelta de forma increíblemente rápida. De hecho ocurrió tan rápido que algunos sugirieron que él diseñó toda la catástrofe para poder acudir al rescate y ganarse la confianza y la admiración de la gente.
El Segundo Pacto no solo fue un buen trato para Augusto, sino que también disipó los temores del Senado. Durante el período en que Augusto estaba enfermo, hubo preocupaciones sobre lo que pasaría si el hombre del que Roma dependía tanto moría; con su muerte, la guerra civil sería otra vez inevitable. Con la estabilidad en su mente, Agripa fue nombrado procónsul y se le dieron poderes similares a los de Augusto, aunque de menos alcance. Augusto casó a su hija Julia la Mayor con Agripa en un matrimonio diseñado para asegurar la lealtad de Agripa y conseguir nietos que Augusto pudiera adoptar como herederos masculinos. Esto significaba que el Senado y el pueblo tenían paz mental, y Augusto tenía un segundo al mando que le era leal. Augusto consideraba que el Segundo Pacto en el año 23 a.C. fue cuando comenzó su reinado, mientras que los historiadores suelen utilizar la fecha en que se le dio el título de Augusto, en el año 27 a.C.
Al asegurar el Segundo Pacto, Augusto introdujo un período de relativa paz y prosperidad. La caótica disrupción de los años anteriores finalmente terminó, y hubo una oportunidad para que la atención de Roma se volviera a la construcción de un imperio.
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Después de su victoria en Accio, Octavio marchó triunfalmente de vuelta a Roma con su general más importante, Agripa, a su lado. Octavio y Agripa fueron elegidos para los puestos de cónsul, pero Octavio aún tenía que ganarse la confianza del Senado antes de empezar a acumular poder real. Era una situación difícil tanto para Octavio como para el Senado; él necesitaba su apoyo, y ellos necesitaban la estabilidad que su autoridad traería, pero también sospechaban, naturalmente, de un joven líder poderoso con el legado de Julio César sobre sus hombros.
Roma, en ese momento, estaba sufriendo mucho como resultado de las muchas guerras civiles que habían tenido lugar. Con un gobierno que se centraba en las luchas de poder y las batallas que se desarrollaban en lugares lejanos, la aplicación de la ley romana se había deteriorado, y había un amplio malestar social. Octavio era la única esperanza para la República romana, si ésta quería volver a algún tipo de sociedad estable y productiva de nuevo.
En el 27 a.C., Octavio realizó uno de sus más importantes y calculados movimientos para ganar un amplio apoyo popular y político. Regaló sus territorios y ejércitos a la República Romana, a su gente y al Senado. Esta gran demostración de renunciar a su propio poder a favor de un retorno a los valores tradicionales de la República romana fue clave para ganar la confianza del Senado y del pueblo. Octavio aún disfrutaba de una gran riqueza y de la lealtad de aquellos que habían luchado por él. Daba la impresión de que no buscaba ganar poder personal o autocracia, sino que apreciaba los ideales de la República romana. Fue incluso más allá, gastando su propio dinero para hacer importantes infraestructuras para Roma, como edificios y redes de carreteras, de esta manera, se ganó el afecto de la gente del pueblo. Para Octavio era especialmente importante dar una buena impresión porque era muy consciente de que Julio César había sido asesinado por sus intentos de obtener poder personal y que podría sufrir el mismo destino si se sospechaba de sus verdaderos objetivos.
Octavio fue aclamado como el restaurador de la República romana. El senado, a su vez, le dio más responsabilidad, poniéndolo a cargo de gran parte del territorio romano, que abarcaba Siria, Galia, Chipre, Egipto e Hispania. Este era un método de gobierno aceptado en la República romana en tiempos de crisis. El objetivo era que Octavio trajera estabilidad a estas provincias rebeldes, mientras que otras áreas serían supervisadas por gobernadores designados por el Senado, o procónsules, lo que significaba un retorno al método tradicional de gobierno en la República romana. Octavio se aseguró de que tenía influencia en el nombramiento de los procónsules y consideraba que la autoridad de estos últimos estaba algo por debajo de la suya.
Al aceptar controlar esta enorme franja de territorio romano durante diez años, Octavio pudo mantener la pretensión de querer que el poder se quedara con la República romana y no con él como individuo. También le dio el control de la mayoría de las legiones de Roma, así que tenía el poderío de los militares a su lado. Gran parte de su poder se debió a la amenaza tácita pero muy palpable de su ejercito. Este método de gobernar los territorios romanos llegó a ser conocido como el Primer Pacto.
Poco después de que se estableciera el Primer Pacto, el 16 de enero del 27 a.C., Octavio recibió el honor de un nuevo titulo: Augusto. Este era el nombre por el que sería más conocido, un nombre con un sesgo religioso que significa "ilustre" o "venerado". Octavio era ahora conocido como Octavio César Augusto. La concesión de este nuevo título era más que un simple nombre nuevo; era un símbolo externo de su cambio de papel tanto en el gobierno de Roma como en la mente de los ciudadanos. Además de este nuevo nombre, Augusto también adoptó el título de de princeps civitatis, que significa el primero entre los ciudadanos o el primer y más alto ciudadano de la República romana.
Con este nuevo honor llegaron una serie de beneficios que serían una muestra visible del poder y de la influencia que Augusto tenía. En la tradición romana, los vestigios externos del poder eran importantes símbolos de estatus que instantáneamente le decían a todos quiénes y cuán importantes eran. Sin embargo Augusto rechazó ideas como llevar coronas o diademas, empuñar un cetro o ponerse la eminente toga púrpura que Julio César había hecho famosa, Augusto sabía que, si apareciese abrazando los símbolos del poder con demasiada libertad, las sospechas de los que le rodeaban se levantarían, y así, su intento de mantener la apariencia de la República romana fracasaría.
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]]>Marco Antonio y Octavio se enfrentaron y derrotaron a Bruto y a Casio en Filipos, Macedonia, en el año 42 a.C. Marco Antonio reclamó la victoria como suya y denunció a Octavio como un cobarde que prefería delegar sus deberes militares a su general Marco Vipsanio Agripa, en lugar de ir él mismo a la batalla. Marco Antonio aprovechó la oportunidad después de Filipos para aliarse con Cleopatra VII de Egipto. Cleopatra era la antigua amante de Julio César y potencialmente la madre de su hijo, Cesarión. Este es el indicio más fuerte de que Julio César tuvo al menos un hijo vivo. Pero aunque Cesarión se parecía mucho a Julio César, este nunca lo reconoció oficialmente.
De vuelta en Roma, Octavio se encontró con una tarea especialmente difícil, reubicar a los soldados veteranos, a quienes se les había prometido hogares a cambio de sus servicios. El problema era que no había tierra para asentar a los veteranos. Si los soldados le retiraban su lealtad y se enfrentaban a él terminaría perdiendo su apoyo. Ante esta situación, Octavio tomó una decisión altamente impopular, confiscó tierras de miles de ciudadanos, desalojó muchos pueblos y arrojó a innumerables trabajadores a la pobreza, la falta de vivienda, y en última instancia, a la muerte.
Su vida personal no era mucho mejor en esos momentos. Se había divorciado de su esposa, Claudia Pulcra, que era la hijastra de Marco Antonio. Esto tuvo el efecto de hacer enojar a su madre, Fulvia, quién se alió con el hermano de Marco Antonio, Lucio Antonio, y formó un ejercito para luchar contra Octavio, este fue un momento crítico para ambos hombres.
Fulvia y Lucio Antonio sitiaron a Octavio en Perusia (actual Perugia en Italia), pero él dio la vuelta a la situación y masacró sin piedad a todos los que se habían aliado con Lucio. Perdonó a Lucio por ser el hermano de Marco Antonio, pero en Perusia, extensos incendios y saqueos fueron provocados con el fin de enviar un fuerte mensaje a los demás para que no se opusieran a Octavio.
El Triunvirato se mantenía en pie aunque hubiera una competencia constante entre los tres lideres. Las relaciones entre Octavio y Marco Antonio se había estropeado definitivamente. Octavio se había enfrentado a la esposa y al hermano de Marco Antonio, mientras que Marco Antonio tenía un romance con Cleopatra, siendo su relación algo más que una mera aventura, la pareja tenía tres hijos.
Marco Antonio regresó de Egipto con el objetivo de derrotar a Octavio, pero no había voluntad de conflicto entre los comandantes de sus fuerzas. Por esta razón se estableció la Paz de Brindisi para reafirmar su alianza y redistribuir la tierra: Lépido se quedaría con África, Marco Antonio controlaría el Este y Octavio tendría poder sobre el Oeste.
Marco Antonio recibió a la hermana de Octavio, Octavia la menor, en matrimonio como un gesto de unidad. Para el pueblo de Roma fue una gran noticia, estaban cansados de las guerras civiles y sabían que este matrimonio les traería unos años de tranquilidad.
En poco tiempo, las relaciones internas del Triunvirato fueron puestas a prueba por Sexto Pompeyo, el hijo de Pompeyo, antiguo aliado de Julio César convertido en enemigo. Sexto Pompeyo se negó a permitir que los cereales pasaran a través del Mediterráneo a Italia, que estaba bajo el control de Octavio. Octavio había conseguido mantener una buena relación con Pompeyo al casarse con Escribonia, de la cual se pensaba que era hermana o tía de la mujer de Pompeyo. Escribonia se quedó muy pronto embarazada y dio a luz a una niña, conocida como Julia la Mayor, que sería la única hija biológica de Octavio. Sin embargo, el día que Julia nació, Octavio se divorció de Escribonia alegando incompatibilidad, para poder casarse con Livia Drusila. Esto no ayudó en nada a las relaciones entre Pompeyo y Octavio, y como Octavio no tenía el poder militar, se vio obligado a renovar el Triunvirato por otros cinco años. Marco Antonio envió tropas para apoyar a Octavio, pero Octavio no cumplió su promesa de enviar tropas para ayudar a Marco Antonio en Partia, por lo que la relación entre ambos no hizo más que empeorar.
Marco Antonio lo estaba pasando peor, su campaña en Partia había sido un completo fracaso, en parte debido a las promesas rotas de apoyo de Octavio. Había insultado a Octavio y causado un gran alboroto entre los romanos al divorciarse de su hermana, Octavia la Menor, a favor de un matrimonio ilegal con una no romana, Cleopatra VII. Cleopatra podía ofrecerle a Marco Antonio el apoyo militar que necesitaba, pero su relación era profundamente impopular entre los romanos y causó un daño irreparable para su reputación.
Octavio prometió públicamente renunciar al Triunvirato ahora que la paz había sido restaurada, si Marco Antonio también renunciaba. Sabía que Marco Antonio se negaría, pero era sólo una estrategia para que Marco Antonio recibiera más mala publicidad con el pueblo romano. Octavio fue elegido cónsul y usó su posición para difundir propaganda contra Marco Antonio, señalando que había desfilado con Cleopatra en tronos dorados, que le había dado el título de "Reina de Reyes", y que todos los signos apuntaban a que Marco Antonio le había dado el poder romano a una reina extranjera. Estas afirmaciones no fueron completamente falsas; después de robar el testamento de Marco Antonio, Octavio pudo probar que había planeado dividir su territorio entre sus hijos y ser enterrado con Cleopatra en Alejandría. Eso fue suficiente para que el Senado iniciara una guerra contra Cleopatra.
Octavio estaba ahora en una posición fuerte para montar un ataque a las fuerzas de Marco Antonio y cimentar su reivindicación de poder, pero no solo tenía que derrotar a Marco Antonio, sino también a Cleopatra, cuyo ejercito era formidable. Afortunadamente para Octavio, sus comandantes, incluyendo a su mejor general y mejor amigo Agripa, eran algunos de los más experimentados y capaces militares. El 2 de septiembre del año 31 a.C., sus fuerzas navales se reunieron en Accio, Grecia. Las fuerzas de Cleopatra sufrieron grandes pérdidas, haciendo que ella se retirara a Egipto con sus barcos y muchos de los de Marco Antonio. Los pocos que se quedaron se rindieron. Octavio había logrado separar su ejercito. Pasó casi un año antes de que Octavio lograra una victoria decisiva contra Marco Antonio en Alejandría. Después de la batalla final, Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron, y Octavio se aseguró de que el hijo de Cleopatra, Cesarión (posible hijo de Julio César) y el hijo mayor de Marco Antonio fueran asesinados para que no pudieran representar una amenaza a su poder. Se apoderó del tesoro de Cleopatra y lo usó para pagar sus ejércitos, asegurando que su vuelta a Roma fuese la de un verdadero héroe.
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