Julio César tenía planeado dejar nuevamente Roma el 18 de marzo del año 44 a.C. con el fin de dirigir la campaña contra los partos. La festividad de los Idus de marzo era el 15 de marzo, era justo antes de su partida y César quería participar en ella para recibir el clamor del pueblo romano. Una adivina le dijo a César que se cuidase de asistir a los actos relacionados con la festividad. César hizo caso omiso y decidió asistir a un pleno del senado que ese año se reunía en el Teatro de Pompeyo.
El 11 de enero del año 49 a.C. cruzó el río Rubicón, que era la frontera natural de la provincia de la Galia Cisalpina y los territorios italianos de Roma. Según los cronistas de la época, pronunció la célebre frase "Iacta Alea est" (la suerte está echada).
Del año 58 a.C. al 50 a.C. César asentaría los cimientos de su reputación como el mejor y más grande general de la historia de Roma. Sus enemigos confiaban en que su falta de experiencia como alto mando militar acabaría con él, víctima de alguna de las tribus que habitaban más allá de las fronteras de Roma. Sin embargo, ocurrió lo contrario.
A Julio César le gustaba cuidar su imagen, vestía ropa de moda e intentaba ocultar su incipiente calvicie peinándose cuidadosamente. Otro de los aspectos interesante de Julio César era que se trataba de una persona completamente abstemia y poco dada a las grandes comilonas.
El punto débil de Julio César eran los asuntos de alcoba y, era precisamente ahí donde le atacaban sus enemigos.
Uno de los rasgos más de importantes de la personalidad de Julio César era el de su inmensa ambición. Esa ambición fue la que le hizo escalar socialmente, convertirse en un referente militar y religioso, y en un afamado político.
Las medidas de Sila afectaron a Mario y a Cinna, así como a sus familiares. Tal fue el caso de César, a quién Sila ordenó que se divorciase de Cornelia, orden que se negó a aceptar pese a que fue acatada por su familia. Esta negativa sirvió para que Sila lo declarase proscrito y, de esta forma, se pudiesen confiscar todas sus pertenencias, perdiendo la categoría de ciudadano romano y su rango de flamen dialis.