La batalla de Azaila
Azaila
La localidad turolense de Azaila, próximo al curso del río Ebro, está situada en la margen derecha del rio Aguasvivas. A poco más de un kilómetro de ella en dirección SO se encuentra El Cabezo de Alcalá, que se alza en la Dehesa de los Pedreñales. El yacimiento arqueológico íbero allí existente contiene una acrópolis que ocupa por completo la superficie del cabezo, que se alza ochenta y tres metros sobre la terraza inferior del río Aguasvivas. En este yacimiento fue encontrado el majestuoso Toro de Azaila.
Aquella acrópolis desempeñó la función de amparar una gran urbe.
El yacimiento contiene materiales que informan de su ocupación desde, al menos, la época del Bronce final, población que se mantuvo durante la Primera Edad del Hierro y cuyas estructuras urbanas comenzaron a alcanzar carácter de ciudad ibérica a partir del siglo IV a.C. y de la que ya desde finales del siglo III a. C. existe información relativa a su pertenencia al pueblo de los Sedetanos.
El Cabezo de Alcalá
En otra entrada de este blog ya hablamos de asentamiento de El Cabezo de Alcalá y el Toro de Azaila. En esta entrada intentaremos entrar, más en detalle, sobre algunos aspectos históricos, culturales y bélicos del mismo.
La ciudad que allí existió estaba totalmente amurallada y circundada con franjas de grandes piedras para impedir la aproximación bélica a ella. Se urbanizó en torno a una calle central que permitía el desarrollo de los ejes de circulación. En la parte más alta de su acrópolis, se levantaron dos torres de planta cuadrada, gemelas, como bastiones para la vigilancia.
Allí puede apreciarse la edificación de un templo in antis, la construcción de unas termas de tipo itálico y casas de patio, así como el culto al jefe con un monumento de tipo ecuestre, fijado con plomo al podio del templo mencionado, con la imagen de un personaje heroizado, posiblemente acompañado de una Victoria.
La batalla de Azaila
Durante las Guerras sertorianas, entre los años 78 y 74 a.C., debido a la implantación romana y a las respectivas clientelas hispanas que participaron en la contienda que tuvo lugar entre los partidarios de Pompeyo y los de Sertorio, el valle del Ebro fue escenario de acontecimientos bélicos que asolaron sus campos y destruyeron sus ciudades, entre ellas Azaila.
La ciudad se encontraba en la zona de influencia de los sertorianos, siendo sus habitantes partidarios de Sertorio, aunque a la gran mayoría de sus habitantes les era indiferente, por lo que se trató de una batalla entre romanos. Pompeyo encargó la dominación de la zona a uno de sus mejores generales, Metelo, que desplazó sus tropas desde Marsella.
Azaila era un enclave estratégico para la dominación del valle del Ebro, por lo que el ejercito de Pompeyo preparó un minucioso plan que permitiese su conquista. Este plan consistía en crear un autentico cuartel general y utilizar una técnica denominada obsidio (bloqueo).
Las tropas pompeyanas, construyeron una rampa (agger), una especie de gigantesca escalera de tierra y piedras, de unos cinco metros de anchura, desde el acuartelamiento hasta el oppidum. Por el que subirían soldados y máquinas de guerra encabezando el ataque. Estas máquinas de guerra abrieron un boquete en la muralla por el que penetró su infantería. Los sitiados habían levantado barricadas por toda la ciudad para evitar el avance enemigo. Se atrincheraron en las calles principales y utilizaron las catapultas que habían enlazado en la zona más alta pero nada de esto puedo detener al ejercito de Pompeyo. Vencidos, tuvieron que abandonar la acrópolis rápidamente. Uno de ellos, al abandonar una de las casas, perdió su bolsa de monedas. Otro ocultó su tesoro bajo un peldaño de la escalera de acceso a una de las torres de vigilancia. El incendio, la destrucción y quizás la muerte de sus propietarios les impidieron su recuperación y su actual descubrimiento es testigo de los hechos pasados.
Sobre sus restos la ciudad, lentamente, recuperó su función, organizó su reocupación y revivió sus tradiciones iberas hasta el inicio de la época Imperial romana.
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