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Los Fumie y sus protagonistas

Los Fumie y sus protagonistas

En otra entrada hablamos sobre la historia de los Fumie, y de cómo los cristianos fueron perseguidos en Japón en el siglo XVII.

En esta entrada, os daremos algunos nombres propios importantes relacionados con los fumie y la persecución de los cristianos en Japón.

San Francisco Javier

San Francisco Javier fue el primer misionero católico en llegar al país en 1549, y en apenas 60 años Japón ya contaba con unos 300.000 católicos, la mayor comunidad católica del mundo bajo gobiernos no europeos. En 1600 había unos 95 jesuitas extranjeros en el país y unos 70 hermanos jesuitas japoneses. Se sabe que 86 señores feudales se bautizaron oficialmente, y muchos más simpatizaban con el cristianismo. 

Cristóbal Ferreira

El padre Ferreira, llegado a Japón en 1609, ejerció desde el principio un liderazgo incuestionable sobre la extensa comunidad católica, pero su figura se agrandó hasta alcanzar dimensiones legendarias como misionero clandestino en la época de los kakure kirishitan (cristianos ocultos). Por eso, la noticia de su captura, en 1633, removió los cimientos de la Compañía, agravada por las escasas y malas nuevas que llegaban de su destino, cada una peor que la anterior. En aquella época se buscaba, sobre todo, la apostasía de los cristianos, para lo que se les obligaba a pisotear un fumie, un pequeño rectángulo de madera, del tamaño de una baldosa, que tenía incrustada una imagen de Cristo o de la Virgen, como prueba de rechazo hacia esa religión.

Fumie. Imagen de la Virgen y Jesucristo

Quien no accedía a pisar el fumie era torturado. La tortura más común era conocida como la fosa. Consistía en colgar al cristiano boca abajo sobre una fosa llena de excrementos. En esa posición, se le hacían pequeñas incisiones detrás de las orejas para que se desangrara lentamente. Al cabo de un tiempo, la sangre comenzaba a manar también por la boca y la nariz, mezclándose con los excrementos de la fosa y atragantando al desdichado, que apenas podía emitir algunos estertores.

El tormento cesaba en cuanto el cristiano pronunciaba la palabra apostato y se prestaba a pisar un fumie. 

El padre Ferreira apostató tras 5 horas de tortura en la fosa de Nagasaki.

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Ferreira tenía 53 años, era jesuita desde hacía 37 y había sido un misionero clandestino durante 19 años. Había vivido dos décadas de persecución y peligros. Él era quien enviaba a Europa crónicas de los martirios de sus feligreses y compañeros. Y ahora cedía en cinco horas. Por eso los historiadores hablan de "el enigma Ferreira". 

Lo casaron con la viuda de un criminal extranjero ajusticiado y durante unos años vivió en gran pobreza. Usaba nombre japonés y ropas japonesas y se le asignó un templo budista. Después, las autoridades empezaron a contratarlo como traductor de español, portugués, latín... y para juicios e interrogatorios de misioneros capturados. Más tarde tradujo obras de matemáticas y astronomía.

Giuseppe Chiara

Giuseppe Chiara era un joven jesuita siciliano que había tenido al padre Ferreira como mentor en la universidad, pero también como fuente de inspiración misionera y cristiana. Convenció a sus superiores para que le autorizaran viajar clandestinamente al Japón para averiguar la verdad sobre la supuesta apostasía de su reverenciado maestro, y también para ocupar su sitio y no dejar al asustado rebaño cristiano sin pastor. Era una misión suicida y, aunque la idea fue rechazada en un principio por las autoridades, éstas terminarían apoyándola y poniendo al valiente misionero y a otro compañero que decidió acompañarle en manos del padre Valignano, por entonces provincial de todas las misiones jesuitas en Asia.

Inoue, señor de Chikugo

Inoue, señor de Chikugo, era el nuevo magistrado para asuntos religiosos. Su apariencia de bondad, amabilidad, cordialidad, refinamiento e inteligencia hacen que el padre Chiara se lleve una sorpresa al conocerle, pues se imaginaba a un señor feudal de aspecto terrible, parecido al de los samuráis encargados de su detención y vigilancia durante su estancia en el calabozo. Inoue estaba logrando que los cristianos japoneses apostatasen uno tras otros tras pasar por el rito de pisar el fumie.

Fumie

La inmensa mayoría de las víctimas de la persecución anticristiana liderada por Inoue eran campesinos japoneses descritos por el padre Chiara como seres humanos «forzados a trabajar como bestias y abocados a una muerte de bestias». El fruto de su trabajo de esclavos se lo llevaban los impuestos y apenas les quedaba una miseria para sobrevivir en condiciones infrahumanas.

Giuseppe Chiara no fue torturado físicamente y, sin embargo, apostató. ¿Hay algo más doloroso e insoportable que la tortura física? Sí, e Inoue lo sabía. Si Chiara apostataba pisando el Fumie, serían atendidos por médicos y puestos en libertad. Este era, ni más ni menos, el método satánico que le permitió a Inoue erradicar el cristianismo del Japón, aunque no totalmente, pues siempre permaneció un resto viviendo en la más absoluta clandestinidad.

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