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Adriano, el sucesor de Trajano

Como vimos cuando hablábamos sobre Trajano, el 9 de agosto del año 117 Trajano murió designando a Adriano como sucesor pero ¿fue Adriano un sucesor legítimo?

El sucesor de Trajano

La noche de la muerte de Trajano tiene muchas preguntas que nunca fueron del todo resueltas ¿estaba ya muerto y su mujer, Plotina, introdujo un criado en su lugar ya que Trajano había muerto sin nombrar sucesor? ¿Nombró sucesor a Adriano porque era realmente su deseo? ¿Fue falsificada la última voluntad de Trajano? ¿Era Lusio Quieto el favorito de Trajano? Sea como fuere, el hecho fue que Adriano fue nombrado emperador de Roma, una decisión que generó muchas tensiones entre las altas esferas militares siendo, cuatro de ellos ejecutados en los meses siguientes:

  • Aulo Cornelio Palma

          Fue gobernador de la Hispania Tarraconense y de la provincia de Siria                  bajo el reinado de Trajano. Se erigió una estatua en su honor en el Foro                de Trajano en Roma. Fue acusado por Adriano de conspiración y                          condenado a la pena de muerte. Siendo ejecutado en Terracina

  • Lucio Publilio Celso

          Hombre de confianza, consejero y amigo de Trajano. Enfrentado a Adriano            desde mucho tiempo antes de la muerte de Trajano. Fue condenado a                  muerte y ejecutado en la localidad de Bayas, cerca de Nápoles, tras ser                acusado de conspiración contra Adriano.

  • Cayo Avidio Nigrino

          Amigo personal de Trajano y considerado uno de los miembros mas                      brillantes del senado de Roma. Fue condenado a muerte por Adriano                    acusado de conspiración y ejecutado en su ciudad natal, Faventia (actual              Faenza).

  • Lusio Quieto

          Mano derecha de Trajano y el máximo rival de Adriano para convertirse en            emperador de Roma. Nos detendremos en la figura de Lusio Quieto.

Lusio Quieto

Lusio Quieto era un príncipe númida, una tribu bereber, que había adquirido la ciudadanía romana gracias al apoyo de su padre en la revuelta de Edemón en el año 46, apoyando al ejercito romano en el sometimiento de la Mauritania Tingitana. Como vimos en otras entradas de este blog, Lusio Quieto fue el gran general de Trajano durante las Guerras Dacias, apareciendo incluso en la columna de Trajano en Roma.

También fue el general más importante en la campaña contra los partos, sin su ayuda y sus habilidades militares Trajano nunca hubiese conseguido ampliar los limites del Imperio Romano hasta el Golfo Pérsico.

Todos estos éxitos militares y su cercanía y buena sintonía con Trajano hacía indicar que sería su sucesor. Pero tras el nombramiento de Adriano, este ordenó la destitución inmediata de Lusio Quieto y el desarme sus hombres pero la caballería númida rechazó rendir sus armas y abandonar a su comandante.

Ante esta situación Lusio Quieto puso rumbo a Maeuritania, donde era muy querido y reconocido, pero de camino fue apresado por las tropas romanas que tuvieron que acabar con todos y cada uno de sus hombres antes de poder ejecutar a Lusio Quieto. Tras el asesinato de Lusio Quieto, estalló una importante revuelta en Mauritania que tuvo que ser controlada por uno de los mejores generales de Adriano, Quinto Marcio Turbo gobernador de Cirenaica.

Lusio Quieto era conocido como un "romano negro", incluso el historiador romano Dion Casio se refiere a él como "moro" que significaría de piel negra aunque, según los estudios, no tendría las características subsaharianas.

La mano dura de Adriano

Estas ejecuciones provocaron gran conmoción en las altas esferas, pero consiguieron el efecto que buscaba Adriano, no estaba dispuesto a tolerar ningún tipo de disidencia. Cualquier sospecha de insubordinación era resuelta de una forma tajante.

Esta forma de actuar no fue solo de aplicación con los militares, miembros del personal de palacio fueron cesados de sus cargos por considerar Adriano que trataban a su mujer con demasiada familiaridad. También los miembros del Senado sufrieron sus desdenes, ya que el poco tiempo que Adriano pasó en Italia no lo hizo en Roma como sus predecesores, se recluía en Tivoli donde se encontraba más cómodo, despreciando el poder del Senado.

 

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