Adriano en Hispania
Como vimos en otra entrada del blog, Adriano nació en la localidad hispana de Itálica, la actual Santiponce. En Itálica pasó su infancia y, tras visitar Roma por primera vez, volvió a los quince años pero pronto se marcharía y no volvería jamás. Pero esto no significó que no volviera a Hispania.
Adriano en Hispania
En otra de las entradas del blog hablábamos sobre los viajes de Adriano, a los que dedicó gran parte de su mandato.
En el año 122 Adriano después de dirigir la construcción del "Muro de Adriano" en Britania, Adriano se dirigió a la Galia donde ordenó la construcción de un templo en honor a Plotina, mujer de Trajano y madre adoptiva de Adriano, en Nemauso, actual Nimes. Durante su estancia en la Galia sufrió la muerte de su caballo Borístenes, por el que sentía un gran afecto. Desde allí puso rumbo a Hispania por la Vía Domitia, primera vía romana construida en la Galia que discurría paralela a la costa mediterránea entre los Alpes y los Pirineos. La Via Domitia llevó a Adriano hasta Narbo, actual Narbona, donde elevó al rango de senador a Lucio Emilio Arcano.
Adriano llega a Tarraco
Tras cruzar los pirineos se dirigió a Barcino, actual Barcelona, de donde era uno de sus hombres de confianza, Pedanio Fusco Salinator, marido de su sobrina Julia.
Desde Barcino se desplazo a la ciudad más importante de Roma en Hispania en aquella época, la próspera Tarraco, Tarragona. Adriano ya conocía Tarraco, pues en uno de sus viajes de ida y vuelta a Roma paso por la ciudad para conocer al famoso poeta Floro.
Al llegar a la ciudad, en el año 123, Adriano ordenó construir dos foros y la reconstrucción del templo de su admirado Augusto. Aprovechando su visita a Tarraco e imitando a César Augusto convocó a todos sus aliados hispanos en la ciudad. Y no sería casualidad que coincidiendo con el 150 aniversario de la proclamación por primera del emperador de Roma como Augusto (año 27 a.C.) ordenó acuñar monedas con la inscripción Hadrianus Augustus. Adriano quería mostrarse al mundo como un nuevo Augusto que traía al mundo estabilidad, paz y prosperidad.
En ese año Adriano ordenó una leva militar, el reclutamiento obligatorio de la población civil para servir en el ejército, que duró 40 años.
Durante su estancia en Tarraco y mientras paseaba por unos jardines, un esclavo se lanzó sobre Adriano con una espada. Adriano pudo sujetarlo y se lo entregó a sus sirvientes. Tras apresar al esclavo se determinó que se trababa de un demente. Los dementes, según las leyes romanas, no debían responder legalmente de sus acciones, por lo que no recibió ningún castigo por parte de Adriano. Tras este suceso, y en agradecimiento por su magnánima actitud hacia el demente y la ciudad, el templo de Adriano fue decorado años después con figuras del emperador.
Al encuentro de la VII Gemina
Adriano decidió abandonar Tarraco y dirigirse al encuentro de la única legión romana en Hispania, la VII Gemina en Legio, actual León. Parece ser que para llegar hasta allí se dirigió a Ilerda (Lérida) de allí a CaesarAugusta (Zaragoza) para posteriormente ir a Numancia (Soria) y Colonia Clunia Sulpicia.
Una vez en Legio visitó la cercana Astúrica, actual Astorga, donde se encontraba Tiberio Claudio Cuartino.
No volvió a su ciudad natal, pero Itálica fue favorecida con donaciones imperiales que le permitieron su reconstrucción y la construcción de numerosos edificios públicos desproporcionados para la importancia y el tamaño de la ciudad. El anfiteatro de Itálica era uno de los mas grandes de todo el Imperio Romano.
Tuvo que abandonar Hispania a toda prisa por los disturbios que acaecieron en Mauritania pero, sin ninguna duda el paso del segundo emperador de hispano por Hispania dejó un legado imborrable que, a día de hoy, sigue siendo muy visible.
En nuestra tienda puedes adquirir este busto de Adriano.