Adriano, el Emperador viajero
El hecho más importante del reinado de Adriano fueron sus viajes a las provincias romanas, en los que invirtió 14 de los 21 años que reinó.
Los viajes de Adriano
Adriano fue un viajero infatigable y pocas fueron las provincias romanas que no conoció personalmente, lo que le hizo merecedor del calificativo del "emperador viajero".
Durante los primeros meses de su reinado no pudo ausentarse de Roma. Sus primeras decisiones fueron abandonar territorios que habían sido ocupados durante el mandato de Trajano como la Dacia y más allá del Tigris y el Éufrates. También optó por cambios en cargos importantes tras las acusaciones que conspiración que vimos en la entrada anterior del blog.
Por todo esto, Adriano pasó su primeros meses en Roma rodeado de sus militares de confianza.
En el año 121 Adriano inició su primer gran viaje que le llevó a visitar Britania, la Galia Germania, Hispania y Asia entre otros.
Los efectos de su viajes en el ejército
El primer gran beneficiado de estos viajes fue el ejército romano. Hasta ese momento, el ejército romano acampaba en los límites del Imperio y no tenía guarniciones en el interior. Todo esto cambió con la visita de Adriano que, además de promover la creación de guarniciones en el interior del Imperio para evitar posibles revueltas difíciles de controlar, predicó con el ejemplo de austeridad y disciplina entre los militares. Cuando Adriano visitaba un campamento militar no se le distinguía de cualquier otro militar, no portaba ninguna distinción que le distinguiese de cualquier otro oficial, únicamente llevaba la empuñadura de marfil de su espada. Iba siempre con la cabeza descubierta sin importarle si estaba soportando las nieves de Caledonia, actual Escocia, o los calores de África. Su alimentación era la misma que la del resto de los soldados romanos, frugal y sin vino. Esto hizo que fuese admirado por los militares y que no hubiese sedición militar alguna.
Sus viajes también fueron provechosos para las provincias que demostraron su admiración por el emperador acuñando medallas en su honor demostrando su gratitud.
Galia, Britania e Hispania
La primera provincia visitada fue la Galia donde Adriano impulsó el término de ciertas obras de defensa entre el Rhin y el Danubio.
Más importante fue su obra en Britania a la que acudió por la amenaza de invasión por parte de los caledonios, que habían exterminado la legión novena. Adriano decidió abandonar la zona septentrional (Newcastle a Edimburgo) y llevó la zona de defensa a la línea del río Tyne, construyendo una gran línea defensiva desde la desembocadura del río hasta la bahía de Solway, que veremos en otra entrada del blog.
De allí paso a Hispania, permaneciendo el invierno entre los años 122 y 123 en Tarragona. Recorrió Hispania hasta llegar a Mauritania donde su presenció sirvió para controlar las revueltas allí acaecidas.
Adriano y sus visitas a Grecia
De Mauritania se desplazó a Asia para controlar al rey Cosroe y sus aprestos de guerra. De Asia fue a Grecia, su provincia favorita y la más beneficiada de todas, después de haber visitado Tracia, Macedonia, Epiro y Tesalia. Adriano estuvo descansando en Atenas, donde llegó a finales de agosto del año 125. En su tiempo en Atenas conversó con los principales filósofos de la época y vistió el traje griego que tanto le gustaba. En sus días en Atenas ordenó levantar grandes monumentos; en el istmo de Corinto fue trazada una ancha vía militar, Corinto tuvo un soberbio acueducto, Nemea un hipódromo y Mantinea un majestuoso templo a Neptuno.
Adriano volvería a Atenas en el año 129 para ver como se acababa el templo de Júpiter Olímpico y ordenar añadir un barrio nuevo a la ciudad en la zona de Iliso. También ordeno la construcción de un arco triunfal, que aún persiste, con la inscripción "Esta es la ciudad de Adriano". En esta segunda visita a Grecia mandó reedificar la antigua ciudad de Usudama, en el centro de Tracia, que pasaría a llamarse Adrianópolis, en la actual Turquía Europea.
En el año 130 Adriano dejó Atenas y pasó a la Asia Menor, actual Anatolia, donde ordenó la reconstrucción de ciudades que habían quedado destruidas por los terremotos. Construyó caminos desde Damasco a Petra y de Petra a Palestina.
Adriano llega a Egipto
Después de recorrer Arabia paso a Egipto, donde lo primero que hizo fue visitar la famosa esfinge de Memnón. Pero en Egipto tuvo lugar uno de los momentos mas terribles de su vida, la muerte de su joven amante, Antinoo, ahogado en el Nilo. En memoria del joven, Adriano reedificó la ciudad de Bese que pasó a llamarse Antinoopolis, y erigió un templo para deidificarle.
En el año 131, Adriano llegó a Alejandría teniendo lugar en la inmediata Palestina una nueva insurrección judaica, que veremos en otra entrada del blog. Antes de que esta rebelión terminase, Adriano volvió a Roma, de donde no volvió a salir y donde se aplicó en la construcción de monumentos como había hecho en las provincias.
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