Sátiros
Una de las figuras mitológicas que mas curiosidad despierta son los sátiros.
Los sátiros
Los sátiros, llamados también silenos, era unos espíritus o dioses menores que formaban parte del cortejo de Dionisos o Baco. Símbolo de los poderes vitales de la naturaleza, se les representaba bajo diversas formas: mitad hombre, mitad caballo; con el cuerpo velludo, rostro chato, orejas puntiagudas y patas de macho cabrío. Estaban dotados de una cola semejante a la del caballo y de un miembro viril de enorme tamaño.
Según Hesíodo, los sátiros eran hermanos de las ninfas de las montañas, y sólo pensaban en bailar, saltar, embriagarse y satisfacer sus instintos lascivos; su ocupación más honesta era la música: los pastores creían oír los sonidos de sus flautas y chirimías entre los rumores de las hojas de los árboles.
Dionisiacas
Nono, en sus Dionisiacas, dice lo siguiente acerca de los sátiros: "La cornígera turba apura sin cesar copa tras copa; amenazadores en los tumultos, los sátiros son prontos a la fuga luego que se empeña el combate; leones cuando el enemigo está lejos, liebres en la pelea, se distinguen por su destreza en la danza y más aún en agotar altas ánforas. Muy pocos fueron entre ellos los que aprendieron a las órdenes del esforzado Marte el variado arte de la guerra y supieron acaudillar batallones. En la hueste de Baco, unos van cubiertos con pieles de toro, otros piden fortaleza a la erizada melena de los leones; éstos ostentan los despojos de las ágiles panteras, aquellos se arman con pesadas mazas. Ora rodean su cintura con la manchada piel del ciervo, ora colocan en la cabeza su soberbia cornamenta. Raros mechones de pelo crecen en su deforme cráneo y se unen con sus cejas tortuosas..."
Plutarco
Cuenta Plutarco que al llegar a Sila a Apolonia, en el Epiro, halló en los alrededores un sátiro dormido, cuyas formas eran semejantes a las que a tales sers atribuyen los poetas y los pintores. Los soldados se apoderaron de aquel extraño ser y lo presentaron al general, quien le hizo varias preguntas, a las que no obtuvo respuesta. Llamó entonces a algunos interpretes en varias lenguas, pero sin resultado. Sila, entonces, ordenó que soltaran al sátiro.