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Marco Aurelio, de heredero a Emperador de Roma

La trayectoria de Marco Aurelio hacia el trono del Imperio Romano fue un proceso de formación constante y marcado por decisiones históricas que lo diferencian de muchos de sus predecesores. Entre los años 147 y 161 d.C., se consolidó como heredero oficial y asumió el poder tras la muerte de Antonino Pío, en un contexto político que buscaba estabilidad y continuidad. Este periodo, lleno de decisiones estratégicas y momentos simbólicos, refleja la sabiduría y el sentido de justicia de Marco Aurelio, características que lo definieron como gobernante.

147 d.C.: Marco Aurelio el heredero al trono de Roma


En el año 147 d.C., Marco Aurelio fue designado oficialmente como el heredero de Antonino Pío, consolidando una posición que ya había sido anticipada desde su adopción en el año 138 d.C. Este reconocimiento fue más que una formalidad: Antonino Pío le otorgó la tribunicia potestas, uno de los poderes más importantes en la estructura política romana. Este título, reservado habitualmente para el emperador, otorgaba a Marco Aurelio la capacidad de proponer leyes, vetar decisiones del Senado y actuar como protector legal de los ciudadanos. Este poder no solo le permitía participar activamente en el gobierno, sino que también enviaba un mensaje claro al Senado y al pueblo: Marco Aurelio era el sucesor designado.

Además de este poder, se le concedió el título de Imperator Caesar Marcus Aurelius Antoninus, una muestra de su creciente importancia dentro del imperio. Aunque Antonino Pío seguía siendo el gobernante supremo, Marco Aurelio comenzó a asumir un rol más activo, lo que le permitió ganar experiencia en asuntos administrativos y políticos.



Este nombramiento también incluyó a Lucio Vero, el otro hijo adoptivo de Antonino Pío, como co-heredero. Aunque compartían la designación de sucesores, la diferencia entre ambos era evidente. Marco Aurelio, con su formación estoica y su carácter disciplinado, se convirtió en la figura más destacada, mientras que Lucio Vero permaneció en un segundo plano, con un enfoque más limitado en sus responsabilidades.

Marco Aurelio, preparado para liderar

Tras su designación como heredero, Marco Aurelio comenzó a involucrarse de manera más directa en la administración del imperio. Este periodo fue clave para su formación como líder, ya que le permitió experimentar de primera mano las complejidades del gobierno en un imperio vasto y diverso. Bajo la supervisión de Antonino Pío, Marco Aurelio participó en:


1. La Supervisión de las Provincias: Marco Aurelio revisaba informes de las provincias romanas, evaluando la situación económica, política y militar en regiones clave del imperio. Este aprendizaje le permitió comprender las necesidades de las diferentes poblaciones bajo el dominio romano y la importancia de mantener la estabilidad en las fronteras.
2. Reformas Legislativas: Como portador de la tribunicia potestas, Marco Aurelio tuvo la oportunidad de proponer leyes que reflejaban su interés por la justicia y el bienestar ciudadano. Su enfoque, influenciado por su filosofía estoica, se centraba en equilibrar las necesidades del Estado con los derechos de los ciudadanos.
3. Relación con el Senado: Marco Aurelio fortaleció su relación con el Senado, adoptando un enfoque de respeto mutuo y colaboración. A diferencia de otros líderes que gobernaron de manera autoritaria, Marco Aurelio entendió la importancia de mantener una buena relación con esta institución para garantizar la estabilidad política.

Marco Aurelio, emperador de Roma

La muerte de Antonino Pío el 7 de marzo del año 161 d.C. marcó un momento crucial en la vida de Marco Aurelio. El emperador falleció en su residencia de Lorium, dejando un imperio en paz pero lleno de retos potenciales. Según los relatos históricos, sus últimas palabras fueron dirigidas al capitán de la guardia, pidiéndole que entregara el mando a Marco Aurelio, un gesto que simbolizaba la confianza absoluta que Antonino tenía en él. Tras su muerte, Marco Aurelio fue proclamado emperador por el Senado. Sin embargo, en un acto de gran nobleza y respeto por el acuerdo sucesorio de Antonino Pío, Marco Aurelio insistió en compartir el poder con Lucio Vero. Este hecho marcó un hito en la historia de Roma, ya que por primera vez el imperio fue gobernado por dos emperadores conjuntos, ambos reconocidos como Augustos.

La decisión de Marco Aurelio de compartir el poder no fue obligatoria ni impuesta por el Senado. En cambio, fue un reflejo de su carácter justo y su compromiso con la estabilidad del imperio. Aunque la figura de Lucio Vero era menos imponente, su inclusión como co-emperador aseguraba la continuidad de la dinastía Antonina y evitaba posibles conflictos internos.

Los Títulos y Poderes de Marco Aurelio como Emperador

Al asumir el trono, Marco Aurelio recibió todos los títulos y poderes asociados a la posición de emperador:
• Imperator Caesar Marcus Aurelius Antoninus Augustus: Su nombre oficial reflejaba su conexión con la dinastía Antonina y su papel como líder supremo del imperio.
• Pontifex Maximus: Como sumo sacerdote de Roma, Marco Aurelio se convirtió en la máxima autoridad religiosa, reforzando la legitimidad divina de su gobierno.
• Tribunicia Potestas: Continuó ejerciendo este poder, lo que le permitía liderar el proceso legislativo y proteger los derechos ciudadanos.
• Pater Patriae (Padre de la Patria): Aunque este título le fue otorgado más adelante, simbolizaba su papel como protector del pueblo romano.

Entre 147 y 161 d.C., Marco Aurelio pasó de ser un heredero formalmente reconocido a convertirse en el líder del imperio más poderoso del mundo. Estos años fueron cruciales no solo para su desarrollo como gobernante, sino también para consolidar un legado de justicia, virtud y compromiso con el deber.



La decisión de compartir el poder con Lucio Vero, a pesar de las diferencias entre ambos, reflejó su carácter magnánimo y su enfoque en la estabilidad del imperio. Este periodo de transición no solo preparó a Marco Aurelio para enfrentar los desafíos del trono, sino que también mostró al mundo el tipo de líder que sería: un emperador guiado por la filosofía, la razón y un profundo sentido del deber hacia Roma y su gente.