Augusto, sus primeros años
"Vosotros, jóvenes, estáis escuchando a un hombre viejo, a quien los hombres viejos escuchaban cuando él era joven" (Augusto por Suetonio)
La vida de Augusto es históricamente muy importante para la humanidad, su liderazgo marcó una nueva era en la historia del mundo romano, una era que vería la expansión del Imperio romano a lo largo del mediterráneo y más allá. La influencia del Imperio romano se extendió mucho más allá de su territorio y tuvo un profundo efecto en el desarrollo de la cultura occidental.
Los primeros años de Augusto
Augusto nació el 23 de septiembre del año 63 a.C. con el nombre de Cayo Octavio. Nació en una familia romana mediana y relativamente cómoda. Nació en Roma, en lugar llamado Cabeza de Buey, pero pronto fue llevado a Velletri, un pueblo cerca de Roma de donde provenía la familia de su padre. Roma en esta época estaba increíblemente superpoblada, y la familia sentía que Velletri era un mejor lugar para que el niño fuera criado.
La familia de Augusto
En la época de su nacimiento, el padre de Octavio, también llamado Cayo Octavio, era el gobernador de Macedonia. La familia paterna de Octavio era ecuestre, lo que significa que eran parte del segundo nivel del sistema de clases sociales romanas, el cual se basaba en la propiedad (la clase senatorial era la primera); eran una familia muy respetada que había trabajado sobre todo en el área bancaria, además de ser magistrados, teniendo una historia de lealtad hacia Roma. Su padre había formado parte del Senado y más tarde fue elegido pretor (magistrado) en el 61 a.C. Su papel como gobernador de Macedonia en el momento del nacimiento de Octavio fue su posición más alta, y recibió muchos elogios por su servicio competente y fiable, y por su éxito en la defensa de Macedonia de los ataques de varias tribus durante su liderazgo.
La madre de Octavio, Atia Balba Cesonia, era la sobrina de Julio César, haciendo a Octavio sobrino-nieto de Julio César. César estaba en pleno ascenso al poder en Roma, pero no tenía hijos en ese momento. Por esta razón, el nacimiento de Octavio generó la atención de Julio César.
Su infancia
Las fuentes históricas nos dicen que, signos ominosos en torno al momento de su nacimiento llevaron más tarde a creer que su llegada al mundo había sido predicha y que estaba destinado a convertirse en un gran emperador. Hubo una profecía de un oráculo que decía que el pueblo de Velletri sería el lugar del nacimiento de un gran líder del Imperio romano. El respetado erudito Publio Nigidio Fígulo predijo la grandeza de Octavio, mientras que el Cónsul Quinto Lutacio Cátulo y el filósofo y estadista Marco Tulio Cicerón, afirmaron haber tenido visiones sobre la llegada de un gran líder. Incluso se creía que la madre de Octavio había tenido sueños extraños mientras estaba embarazada de él.
Suetonio, el más importante historiador romano, comparte un número de historias maravillosas sobre la infancia de Octavio. Algunas de las más dramáticas incluyen la desaparición del niño Octavio de su cuna. Un frenético grupo de búsqueda siguió, y finalmente, el bebé fue encontrado en la cima de una alta torre mirando al cielo. Otras historias como aquellas en las que es capaz de ordenar a las ranas de la villa que dejasen de croar o de ordenar silenciosamente a un águila que devuelva un trozo de pan robado, apuntan a la creación de una leyenda que el pueblo romano podría buscar para confirmar la autoridad predestinada de Octavio. La cultura romana puede haber aspirado a los ideales republicanos, pero también era muy religiosa, por lo que la gente buscaba que aquellos con poder político fueran sancionados por un poder superior: el de los dioses.
La muerte del padre de Augusto
Octavio el mayor regresó de Macedonia a una villa familiar en Nola, Italia, en el 59 a.C. cuando Octavio tenía 4 años. El plan era que Octavio el mayor se presentara como candidato al consulado al año siguiente. Había conseguido el apoyo necesario del Senado para presentarse a la elección como cónsul gracias a sus logros militares. Esto habría sido un avance considerable para Octavio el mayor y para su familia, y ciertamente habría tenido repercusiones en la vida de su joven hijo. Sin embargo, poco después de su regreso a Italia, murió muy repentinamente. Octavio se quedó sin padre, y la tarea de educarlo recayó sobre su madre, Atia. Como cualquier escolar romano de su entorno, fue educado tanto en griego como en latín, y sus estudios se centraron en convertirse en un gran orador.
Infancia de Augusto
Atia se volvió a casar cuando Octavio tenía 6 años. Su nuevo marido fue Lucio Marcio Filipo, que se convirtió en cónsul en el 56 a.C. Lucio se oponía políticamente a Julio César, pero no estaba directamente en conflicto con él, permitiéndole tener una exitosa carrera pública. Octavio fue enviado a la casa de su abuela, Julia la Menor, la hermana de Julio César. Se sabe muy poco acerca de estos años de su infancia, excepto que varias fuentes mencionan que Octavio era un niño enfermizo y a menudo sufría de mala salud.
Cuando Octavio tenía sólo 12 años, Julia la Menor murió. El joven dio una poderosa laudatio (una oración fúnebre similar a un panegírico) en su funeral. Fue en ese momento cuando Julio César quedó inmensamente impresionado por el discurso que había dado el niño para su hermana. Esto marcó el comienzo del interés de Julio César por Octavio, lo que cambiaría la vida del joven para siempre.
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