Trajano, emperador de Roma
Trajano, el primer emperador Hispano
En el año 96, Trajano fue nombrado por Nerva gobernador de la Germania Superior. Nerva observó en él cualidades que le hacían el candidato ideal para sucederle. Su experiencia política y el prestigio que tenía entre el ejercito romano, hacía ser a Trajano la persona ideal para suceder a Nerva al frente del Imperio Romano.
El hijo adoptivo de Nerva
Las continuas revueltas militares a lo largo y ancho del imperio romano, hacían que la posibilidad de una guerra civil estuviese muy presente en la mente de Nerva. Ante esta situación, Nerva decidió que fuese Trajano quien lo sucediese al frente del imperio romano y, de esta forma, acabar con el riesgo de guerra civil por el respeto que infundía entre los militares.
Nerva no tenía descendencia por lo que tomó a Trajano como hijo adoptivo. Iniciando la tradición que mantendrían los tres emperadores siguientes, Trajano, Adriano y Antonino Pio. Legando de esta forma el poder al hombre que consideraban mas adecuado para asumir esa responsabilidad.
En el año 97 Trajano se encontraba en Mogontiacum, actual Maguncia, cuando supo que Nerva le había escogido para sucederle. La noticia se la dio otro futuro emperador, Publio Elio Adriano natural de Itálica como Trajano y sobrino segundo de este. Trajano contaba con 8 legiones desplegadas en la Germania Superior lo que hacía indiscutible su poder y autoridad militar.
Es muy probable que Trajano no hubiese conocido personalmente a Nerva, pero no dudó de su cometido en ningún momento, y cuando el 28 de enero del año 98 Nerva falleció de muerte natural sin llevar ni siquiera dos años al frente del Imperio Romano, Trajano, con 44 años, asumió el poder convirtiéndose en el primer emperador de Roma nacido en Hispania.
El nuevo poder de Trajano
Nadie se atrevió a poner en duda el nombramiento de Trajano como emperador. Trajano se mostró como un gobernante firme y justo desde el primer momento, velaba por por su pueblo y respetaba las instituciones y las tradiciones romanas, intentando alejar su imagen de la del predecesor de Nerva, Domiciano.
La estabilidad del Imperio se asentaba sobre tres pilares; el Senado, el pueblo y la lealtad de las legiones. Las primeras decisiones de Trajano fueron encaminadas a fortalecer estos pilares. Por esta razón revocó muchas de las leyes de Domiciano y decretó la amnistía para todos los opositores políticos que habían sido exiliados o estaban en la cárcel.
Empezó a escuchar y a tener muy en cuenta la opinión del Senado, haciéndoles creer que mantenían su independencia a pesar de seguir siendo él, como emperador, quien tomaba las decisiones. Se hizo rodear por un grupo de 27 senadores de origen hispano nombrados por él.
Creó una red clientelar con diferentes sectores de la sociedad romana, desde la plebe hasta las clases mas adineradas y cultas pasando por el ejercito. Se mostró receptivo ante los deseos del pueblo, estando las puertas de su residencia siempre abiertas para recibir en persona a todos los que iban en busca de consejo o justicia.
El gobierno de Trajano
Trajano fomentó comedores para paliar el hambre infantil de los huérfanos, así como la concesión de créditos a pequeños agricultores a bajo interés para que no estuviesen sometidos al expolio de los usureros. Ordenó que se cultivasen las tierras, hasta entonces baldías, para garantizar el suministro de alimentos. Hizo reformas jurídicas para proteger los derechos de los ciudadanos, como la limitación de prisión preventiva o la prohibición de las denuncias anónimas.
En cuanto a los esclavos, les reconoció el derecho a solicitar la libertad y favoreció la manumisión, el acto por el cual el amo renunciaba al derecho de acción, señorío y propiedad, para traspasarlo a favor del esclavo.
Trajano también ordenó que no se persiguiera a los cristianos por su credo y permitió que pudieran practicar su culto, con la condición de que lo hiciesen en la intimidad.
Todas estas medidas no significó que permitiese los desafíos a su autoridad. Trajano reprimió a sangre y fuego todo tipo de revueltas judías en las provincias orientales del Imperio. En Chipre aplastó a los judíos que se habían levantado contra Roma.
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