Julio César contra Sila
Julio César contra Sila
Como vimos en la entrada anterior del blog el padre de Julio César, Cayo Julio César, murió en el año 85 a.C., pocas semanas después de alcanzar la pretura.
Al morir su padre, Julio César quedaba desligado de toda tutela paternal y, bajo la influencia de su madre y de su tío, decidió romper los lazos matrimoniales que le unían con su prometida Cosucia, hija de un adinerado romano de origen plebeyo. De esta forma quedaba libre para contraer matrimonio con Cornelia, hija de Lucio Cornelio Cinna, en el año 84 a.C. Sólo un año después, el matrimonio alumbró a la única hija legítima de Julio César, Julia. También tendría un importante efecto en el posicionamiento político de Julio César, a partir de ese momento ya no sólo era el sobrino del fallecido Mario, sino que también se convertía en el yerno de Cinna.
El ascenso de Sila
Lucio Cornelio Sila (138 - 78 a.C.) antiguo lugarteniente de Mario fue designado por el senado para enfrentarse a Mitrítades VI, soberano del Ponto, estado situado en las costas de la actual Turquía bañadas por el mar Negro, el cual había lanzado un ataque contra los territorios romanos del Mediterráneo oriental.
Tras derrotar a Mitrídates en el año 83 a.C., Sila regresó a Roma como un general victorioso y con sus arcas repletas con los caudales de Mitrídates, al que permitió conservar la corona del Ponto a cambio de una colosal reparación económica, decidió invadir Italia. A finales del 82 a.C. conseguía derrotar por fin a sus principales enemigos y consolidarse como dictador sine die.
Sila puso en marcha un reino del terror, colocó listas con los nombres de los individuos declarados proscritos. Inicialmente, los primeros proscritos fueron sus oponentes políticos, pero Sila no tardaría en incluir en sus listas a cualquiera que tuviese propiedades o riquezas.
Las medidas de Sila afectaron a Mario y a Cinna, así como a sus familiares. Tal fue el caso de César, a quién Sila ordenó que se divorciase de Cornelia, orden que se negó a aceptar pese a que fue acatada por su familia. Esta negativa sirvió para que Sila lo declarase proscrito y, de esta forma, se pudiesen confiscar todas sus pertenencias, perdiendo la categoría de ciudadano romano y su rango de flamen dialis.
César huyó a las montañas refugiándose entre la población. Cada noche cambiaba de población y buscaba refugio entre los opositores a Sila. A pesar de ello fue capturado por las tropas silanas, pero no fue entregado. Compró su libertad. La familia de César pidió clemencia para que fuese indultado. Gracias a la mediación de su madre y de las vírgenes vestales, Sila accedió a concederle el perdón. Según Suetonio, Sila pronunció las siguientes palabras: "Lo habéis logrado, conservadlo vivo, pero os advierto que ese joven al que consideráis descuidado, un día os causará vuestra ruina, porque en César hay muchos Marios"
Uno de los levantamientos más conocidos contra Sila fue el de gladiador Espartaco (100-70 a.C.). Fue una sublevación rural y, pese a que muchos de los rebeldes que intervinieron en el motín fueron esclavos, lo más importante es que Espartaco se las ingenió también para atraer e incorporar en sus filas a buena parte de los antiguos soldados, los cuales habían sido desposeídos de sus bienes por parte de Sila.
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